miércoles, 29 de octubre de 2014

La muerte y sus formas


En México celebramos el Día de Muertos el 2 de noviembre. En esa fecha muchas familias visitan los panteones para estar con sus seres queridos. Llevan comida, música y pasan la noche ahí.

La veneración a los muertos es una tradición que se remonta a tiempos prehispánicos. Con la llegada de los conquistadores castellanos este ritual varió un poco. Los misioneros lo aprovecharon para enseñar la doctrina cristiana, haciendo adaptaciones que aún se conservan.

La definición más sencilla de muerte es “cesación o término de la vida”, según expone el diccionario de la Real Academia Española (DRAE). Para que la vida cese se requiere quitarla de algún modo. Aquí expongo una breve descripción de palabras relacionadas con “muerte”.

En nuestra convulsionada y violenta sociedad, la Muerte está más presente que nunca y el homicidio es la forma más común actualmente. El homicidio se define como “muerte causada a una persona por otra”, compuesta por la raíz latina “homo” que significa “hombre” (entendámoslo como “semejante”, ya que incluye también a la mujer), y la terminación “-cidio” proveniente del verbo latino “caedere”, que significa “matar”.

Si una persona mata a otra, entonces es un homicidio, pero no precisamente un asesinato. Asesinar es “matar a alguien con premeditación, alevosía y ventaja”. Si la muerte se produce por un accidente o en ciertas circunstancias no podemos calificarla de “asesinato”. Por ejemplo, “En un enfrentamiento, fuerzas del orden asesinaron a cinco delincuentes” es incorrecto ya que la muerte de los delincuentes fue producto del enfrentamiento y no de una conspiración de los uniformados; lo recomendable es “En un enfrentamiento, fuerzas del orden mataron a cinco delincuentes”.

Matar a un animal no puede ser catalogado como homicidio, pero sí como un asesinato. Se han registrado hechos donde la muerte de perros, por ejemplo, se realiza con saña, extremada crueldad y divertimento. Matar por necesidad alimentaria se puede definir como “sacrificar”.

Ya son comunes las notas periodísticas que dan cuenta de los homicidios violentos registrados en La Paz y en cuyos encabezados suelen usar la palabra “ejecuciones”: “Llega a 27 la cifra de personas ejecutadas”. El término “ejecución” hace referencia a las presuntas acciones de grupos criminales que matan a miembros de pandillas rivales, ya sea con ráfagas de tiros, balazos en la cabeza o alguna otra forma brutal. Aunque esta palabra ya forma parte del léxico periodístico, no está de más aclarar su significado. “Ejecutar” se define como “dar muerte al reo condenado a ella”, es decir, que alguna autoridad legal haya dictado sentencia contra alguien. Una “ejecución extrajudicial” es cuando la autoridad, sin juicio de por medio, mata a ciudadanos por cuestiones políticas o sociales. Los narcos son autoridad de facto, por su fuerza y poder económico, sin embargo, nada los legitima, por ello las sentencias de muerte en contra de sus rivales carecen de valor judicial, por ello lo más puntual sería decir “asesinadas” ya que los homicidas actuaron con premeditación, alevosía y ventaja.

Algunos medios de comunicación suelen usar en sus notas el eufemismo “abatir” para referirse a “muerte”. Así pues, es frecuente encontrar información como “Los militares abatieron a tres criminales”. Siendo puntuales, “abatir” no significa en ningún momento “muerte”, sino “derribar, derrocar, echar por tierra”. De otro modo no estamos seguros si solo los criminales fueron heridos y capturados o terminaron muertos.

Cuando la persona pierde la vida se convierte en un “cadáver”, es decir un “cuerpo muerto”. De ahí la importancia de clarificar cuando se dice que “fueron encontrados 20 cuerpos en dos fosas clandestinas” porque dicha información está incompleta. Cabría mejor “fueron encontrados 20 cuerpos sin vida en dos fosas clandestinas” o “fueron encontrados 20 cadáveres en dos fosas clandestinas”.

En el caso anterior, si las personas fueron torturadas y después asesinadas podemos hablar propiamente de “occisos” (muerto violentamente). No así si la muerte fuera producto de un mal de salud u otro donde no hubo violencia: “Se confirmó que la persona murió por un ataque al corazón. El occiso fue levantado por los socorristas y llevado al Semefo local”; lo adecuado debió ser: “Se confirmó que la persona murió por un ataque al corazón. El cadáver fue levantado por los socorristas y llevado al Semefo local”.

Aunque fallecido, finado y difunto significan muerte, el uso de cada uno dependerá del contexto de lo que se quiera expresar. “Fallecer” es “morir, «llegar a término de la vida»” y puede referirse a cualquier ser vivo: “El perro falleció por moquillo”. “Finando” significa «persona muerta» y solo aplicado para seres humanos: “El finado era un excelente ser humano”. “Difunto” se registra como «dicho de una persona: muerta (que ha perdido la vida)»: “Recordemos al difunto Felipe en nuestras oraciones”.

La vida se debe de disfrutar porque no es eterna, recordemos que empezamos a morir desde que nacemos.

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lunes, 13 de octubre de 2014

¿Calcinar o carbonizar?, esa es la cuestión


En las últimas semanas, los ciudadanos de La Paz hemos vivido una experiencia inédita por la serie de ejecuciones al estilo “Crimen Organizado, S. A. de C. V.”. Las autoridades, municipales, estatales y federales han sido incapaces de dar certeza a la gente de que se está trabajando para que nuestra ciudad vuelva a hacer gala de su nombre.

El fin de semana pasado, los ajusticiamientos se volvieron más sanguinarios, pues se reportó que tres personas fueron quemadas. A este paso lo siguiente será ver miembros amputados y narcomantas.

Sobre este último hecho, la mayoría de los medios de información locales y nacionales hablaron de “cuerpos o cadáveres calcinados”, sin embargo, el término “calcinar” fue inapropiado en este caso, lo adecuado hubiera sido “carbonizar”.

El diccionario de la Real Academia Española define «calcinar» como “(Del lat. calx, calcis, cal).
1. tr. Reducir a cal viva los minerales calcáreos, privándolos del ácido carbónico por el fuego.
2. tr. Abrasar por completo, especialmente por el fuego. U. t. c. prnl.
3. tr. Quím. Someter al calor cuerpos de cualquier clase para eliminar las sustancias volátiles.

El mismo diccionario precisa que “carbonizar” significa “1. tr. Reducir a carbón un cuerpo orgánico. U. t. c. prnl.”

Así pues, lo recomendable es hablar sobre personas carbonizados ya que son cuerpos orgánicos que al ser abrasados por el fuego se redujeron a carbón. Contrario al automóvil, en donde es correcto informar que fue calcinado.

No está de más decir que en el habla cotidiana es común que ambos términos sean intercambiables, sin embargo, en los medios de comunicación usar con propiedad cada palabra es una exigencia de todos los días.

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miércoles, 1 de octubre de 2014

Después del huracán viene la ortografía


Han pasado ya más de quince días desde que el huracán Odile impactó en el sur de la península de Baja California. Este meteoro causó importantes daños a la infraestructura de los cinco municipios de Baja California Sur y, además, desnudó la condición social y humana de algunas personas.

El fenómeno de los saqueos y el robo por parte de grupos de inadaptados después de la emergencia, deterioró significativamente la imagen de Los Cabos. La moral y los principios se han subordinado al poder y el dinero, en otras palabras, se han pervertido.

También el destructivo huracán me permitió observar la utilización inapropiadas de dos palabras por parte de los medios de comunicación electrónicos e impresos: el uso de comillas o cursivas en el nombre del meteoro y el verbo “evacuar”.

Desde el año 2011, las Academias de la Lengua establecieron que no es necesario escribir el nombre de los huracanes en cursivas o entre comillas. Así pues, lo recomendable es «El huracán Odile no destruyó la voluntad de los sudcalifornianos» y no «El huracán “Odile” no destruyó la voluntad de los sudcalifornianos».

También es conveniente precisar que el nombre que acompaña a los fenómenos atmosféricos nunca se escribe con mayúscula por ser común. Por ello, deben de evitarse oraciones como «Pedirán diputados más recursos por las afectaciones del Huracán “Odile”» o «La Tormenta Tropical “Rachel” no afectará a Baja California Sur». Lo correcto sería «Pedirán diputados más recursos por las afectaciones del huracán Odile», «La tormenta tropical Rachel no afectará a Baja California Sur».

Cabe destacar que la gran mayoría de los medios informativos nacionales expresaron correctamente el nombre de nuestro estado, ya que antes en sus enlaces resultaba común la omisión del sustantivo “Sur”. Lástima que tuvieran que aprenderlo debido a una catástrofe.

Una de las palabras que más se usó (y abusó) recién terminaba de pasar Odile por la media península, fue “evacuar”. El diccionario de la lengua española de la RAE define “evacuar” como «1. tr. Desocupar algo. 2. tr. Desalojar a los habitantes de un lugar para evitarles algún daño. 3. tr. Dicho de un ser orgánico: Expeler excrementos u otras secreciones».

Así pues, encontramos frases como «Miles de extranjeros están evacuando Los Cabos», «Las autoridades evacuaron a los turistas», «Piden a la gente evacuar las colonias por falta de servicios», «Muchas personas evacuaron el lugar debido al desastre».

En los casos anteriores, “evacuar” se usa como sinónimo de “desalojar”, y aunque en el habla cotidiana es común y entendible, en los medios de comunicación se recomienda utilizarlo en su más pura acepción para evitar malos entendidos escatológicos.

Si cuando se va al baño se evacuan los intestinos, entonces hubiera sido mejor haber escrito: «Miles de extranjeros abandonan Los Cabos», «Las autoridades desalojaron a los turistas», «Piden a la gente salir de las colonias por falta de servicios», «El lugar fue evacuado debido al desastre».

Eso mismo entendió el general Villa cuando un oficial le dijo: “Mi general, la tropa está evacuando Piedras Negras”, a lo que el Centauro del Norte respondió: “Ah, chingao, ¿pos que comieron?

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martes, 2 de septiembre de 2014

El segundo informe de Peña y los números ordinales


Me sorprendió mucho ver el error que la Presidencia de la república cometió en el texto de la carátula del segundo informe de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto al usar el modo anglosajón en el número ordinal. Y digo que me sorprende porque su equipo de redactores ha sido siempre pulcro en las cuestiones de escritura.

Destacar este error es importante, no para atizar a la polémica sobre si el presidente Peña es ignorante (ya que no creo que él haya decidido su uso), sino por el efecto negativo que tiene en su difusión, puesto que al hacerlo masivamente a través de los medios de comunicación las personas pensarán que así se debe de escribir ese número ordinal.

En la lengua inglesa, los números ordinales se representan así: 1st, 2nd, 4th. Suele ser común que se tomen como modelo para representarlos en español: 1ro, 2do, 4to. Sin embargo, las normas que dictan las Academias de la Lengua establecen que la escritura correcta debe de ser con solo una letra volada y anteponiendo un punto, excepto cuando el número sea el de “primer”.

Enseguida transcribo el numeral ordinal y posteriormente el número: primer, 1.er; primero, 1.º; segundo, 2.º; tercero, 3.º; cuarto, 4.º; quinto, 5.º; sexto, 6.º; séptimo, 7.º; octavo, 8.º; noveno, 9.º; décimo, 10.º.

El punto entre el número y la letra volada es importante para evitar la confusión con los grados: “Tiene el 2.º lugar”; “Llegamos a 2º bajo cero”.

Cabe destacar que el subrayado de las letras voladas no es incorrecto, sin embargo las Academias de la Lengua lo consideran innecesario.

Ojalá que este tipo de errores no sea muy frecuente, de otro modo los esfuerzos por promover la correcta escritura se irán a la basura.

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sábado, 21 de junio de 2014

El “eeeh puto” en el Mundial Brasil 2014

Por ser considerado inapropiado el grito “¡eeeh, puto!” de la afición mexicana (y ahora también de la brasileña), la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) abrió una investigación por supuesta conducta homofóbica. Y es que en el artículo 3 de los estatutos de la FIFA se expone: “Está prohibida la discriminación de cualquier país, individuo o grupo de personas por su origen étnico, sexo, lenguaje, religión, política o por cualquier otra razón, y es punible con suspensión o exclusión”.

Lo anterior levantó revuelo entre la afición mexicana, la cual considera que la FIFA debiera de ocuparse de cosas más importantes, como la corrupción al interior de la organización futbolística.

En caso de proceder una sanción, los directivos de la Federación Mexicana de Futbol (FMF) prevén que sería solo económica y no se le restarían puntos o excluir a la selección nacional del torneo. Sin embargo, puede darse el caso de que la FIFA prohíba el acceso a los estadios de los aficionados mexicanos.

La Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) señaló que “dichas expresiones homofóbicas no forman parte de una práctica cotidiana inofensiva de nuestra sociedad en sus diferentes espacios públicos”. Sobre el grito de “puto” la comisión expresa que “… es expresión de desprecio, de rechazo. No es descripción ni expresión neutra; es calificación negativa, es estigma, es minusvaloración. Homologa la condición homosexual con cobardía, con equívoco, es una forma de equiparar a los rivales con las mujeres, una forma de ridiculizarlas en un espacio deportivo que siempre se ha concebido como casi exclusivamente masculino. El sentido con el que se da este grito colectivo en los estadios no es inocuo; refleja la homofobia, el machismo y la misoginia que privan aún en nuestra sociedad”.

En lo que respecta al lenguaje, las acepciones de “puto” de acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española son “sodomita” y “prostituto”. El sodomita es la persona que practica la sodomía, es decir el coito anal; prostituto es la persona que mantiene relaciones sexuales a cambio de dinero. “Puto” es la acotación de “prostituto”.

Lo anterior no quiere decir que entre los mexicanos se reduzca solo a esos dos significados. Suele ser usada además para definir algún fuerte golpe: “¡Qué putazo se dio el güey ese!”; como lamentación: “¡Puta madre!”; para expresar lejanía: “Está hasta la puta chingada!”.

No podemos negar que la expresión “eeeh, puto” es un insulto al portero cuya intención es sacarlo de quicio y que pierda concentración. Tampoco podemos ignorar el significado de esa agresión verbal que la Conapred ha definido acertadamente. Sin embargo, no resultará sencillo que la gente deje de gritarlo y mucho menos lo hará cuando se lo piden o amenazan con sanciones. Por desgracia este tipo de violencia verbal, que para algunos es inocua, suele traspasar los estadios y se implanta en la vida cotidiana. En cualquier competencia deportiva, sea profesional o amateur, la pasión suele desbordarse y las cosas terminan mal. De las agresiones verbales se pasan a las físicas, las cuales en más de una ocasión han enlutado a familias. En las justas amateur nunca falta el papá o la mamá que carece de sentido común y con sandeces, groserías e insultos busca provocar al contrario para descontrolarlo, aún si son niños o jóvenes.


¿Se podrá asistir a un partido de futbol sin envilecer al contrario? Estamos muy lejos de que eso suceda. Para algunos comunicólogos de televisión “es parte de nuestra cultura”. Siempre resulta más cómodo denostar desde el anonimato de las gradas.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Doctor Paúl de Wolf


El 11 de mayo de 2003 murió en su natal Bélgica mi estimado y querido profesor Paul de Wolf. Han transcurrido once años desde su partida. No solo se fue un investigador incansable, sino un maravilloso ser humano, quien junto con su excelentísima esposa Paulita Leclercq de De Wolf, enseñaron a muchos estudiantes la satisfacción de ser útil.

A mi maestro no le gustó ser académico de escritorio, su pasión era investigar y generar conocimiento. En el aula era excelente. Su clase de Semántica I estaba bien estructurada, sin improvisaciones, con objetivos claros y precisos. También estuve con él en la materia optativa de náhuatl, una lengua que hablaba con mucha fluidez. Era un hombre sabio y sencillo, pues nunca vi pedantería ni soberbia a pesar de su vasto conocimiento. Era un ser humano humilde y generoso.

El profesor De Wolf, lingüista de formación, tenía un doctorado en lenguas africanas; hablaba con perfección el español, inglés, francés y alemán; conocía profundamente la lengua yaqui, el purépecha y el náhuatl clásico, tan es así que escribió dos diccionarios de estos últimos, a parte de otros textos que produjo a lo largo de su vida.

Durante mi tiempo de estudiante tuve maestros buenos, excelentes y al doctor Paul de Wolf. Haber sido su alumno fue para mí un privilegio. Los trabajos académicos y culturales realizados desde que egresé de la universidad los he dedicado a él.

El día que murió se leyó el siguiente verso:

He desplazado una piedra
en un río de la Tierra,
ahora sé que nunca me olvidarán,
he entregado la prueba de mi existencia
porque con el desplazamiento de esa piedra
la corriente ya  no seguirá el mismo camino.

Mi maestro descansa en paz, pero su trabajo continúa a través de su legado.

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lunes, 12 de mayo de 2014

El PRI y sus derivados


De las cinco vocales, la «i» y la «u» son consideradas débiles o cerradas. Por ello cuando forman parte de un diptongo o triptongo y se les coloca la tilde se rompen estos así como las reglas de acentuación.

Las palabras se dividen en agudas, graves, esdrújulas y sobresdrújulas. Las agudas llevan el acento prosódico en la última sílaba y se les coloca tilde solo si terminan en «n», «s» o vocal: ra-tón, co-mi-, re-loj, a-mis-tad, Or-tiz. Las graves tienen el acento prosódico en la penúltima sílaba y se acentúan gráficamente siempre y cuando no terminen en «n», «s» o vocal: -rax, -piz, ár-bol, la-ta, mar-gen, cri-sis. Las esdrújulas y sobresdrújulas son las que poseen el acento prosódico en la antepenúltima y una anterior a la antepenúltima sílaba respectivamente y siempre llevan tilde: pe-tró-le-o, llé-ven-se-lo.

El diptongo es la unión de una vocal débil y una fuerte, siempre y cuando el acento no caiga en la primera: ia, ie, io; ai, ei, oi; ua, ue, uo; ao, eu, ou. De igual manera se considera un diptongo la combinación de dos vocales débiles: iu, ui, ii, uu. Se llama triptongo a la unión de tres vocales, dos débiles y una fuerte: iau, uai.

Un hiato se da de varias maneras. Cuando concurren dos vocales fuertes seguidas: a-é-re-o, re-ac-tor, a-or-ta. La otra con dos vocales débiles: je-su-i-ta, re-hu-ir. En ambos se acatan las reglas sobre el uso de la tilde. También se forma un hiato al acentuarse gráficamente la vocal débil cuando está con una fuerte, en estos casos se rompen las reglas. Por ejemplo la palabra «María» dividida en sílabas queda Ma--a, que sería una palabra grave terminada en vocal, la cual según la regla no debería llevar tilde, sin embargo no se aplica. Recordemos entonces que las reglas se rompen siempre y cuando el acento lo tenga la vocal débil «i» o «u» acompañada de una vocal fuerte «a», «e» u «o»: ca-ca--a, ca-í-das, sa--a, -a, tran-se-ún-te, -ho, ba-úl.

Todo lo anterior tiene que ver con la costumbre de acentuar las palabras derivadas del acrónimo PRI (Partido Revolucionario Institucional): priista y priismo. Es frecuente encontrarlas en los medios de comunicación impresos y digitales con acento: “El priísmo sudcaliforniano tendrá carro completo”; “Los priístas hemos aprendido de nuestros errores”. Sin embargo, lo anterior es una falta de ortografía porque al constituirse con dos vocales débiles se deben aplicar las reglas de acentuación conforme lo dictan las Academias de la Lengua. Así pues, dividiéndolas por sílabas tenemos que pri-is-ta y pri-is-mo son palabra graves terminadas en vocal y por ende no llevan tilde.

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lunes, 5 de mayo de 2014

El verbo venir


Por lo regular, uno siempre procura estar preparado para responder a las preguntas sobre la materia que domina, pero por más que nos esforcemos siempre nos sorprenderán, a veces con cosas tan simples que nos recuerda la famosa frase de Sócrates: “Solo sé que no sé nada”.

Lo anterior viene porque la señora Xóchitl, una compañera de trabajo, me preguntó: “¿Es correcta la palabra «vinimos»?”. El primer pensamiento que tuve fue que no, que se trataba de una manera rústica de decir «venimos», sin embargo, por experiencia no suelo asegurar nada hasta comprobarlo, así que consulté el diccionario y la palabra es totalmente válida. “¡Vaya «descubrimiento»!”, expresaría con decepción mi eximio maestro doctor Paul de Wolf (q. e. p. d.).

“Venimos” y “vinimos” son conjugaciones del verbo “venir” en primera persona del plural. La primera está en tiempo presente y la segunda, en pasado, ambas en modo indicativo. “Venimos todos con gusto y placer a saludarte” nos dice que hoy estamos contentos de verte y saludarte, mientras que “Vinimos todos con gusto y placer a saludarte” expresa que ayer nos dio gusto verte y saludarte.

Y ya que estamos con ello, a quién no le a tocado en más de una ocasión encontrarse al empleado “ortográfico” que nos corrige cuando decimos “Buenos días, venía a hacer un pago” y responde con el clásico “Venía o viene”. Y aunque es correcta la observación, por lo regular en México usamos los  verbos “venir” y “querer” en pretérito imperfecto o copretérito en vez del presente indicativo porque sentimos que es una forma más cortés y menos imperativa de expresarnos: “Quería un licuado de papaya” / “Quiero un licuado de papaya”. También solemos usar más el condicional simple o pospretérito que el presente porque sentimos que es menos autoritario al pedir algo: “Necesitaría tres copias del recibo” / “Necesito tres copias del recibo”; “¿Me prestaría una pluma?” / “¿Me presta una pluma?”; “¿Me haría un favor?” / “¿Me hace un favor?”.

Ese modo particular de pedir o decir algo está muy arraigado entre los mexicanos, lo mismo que expresarnos frecuentemente con diminutivos: “Le voy a poner una inyeccioncita, le dolerá poquito”, aunque sabemos de antemano que las palabras del médico no serán del todo cierto.

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martes, 29 de abril de 2014

La desaparición de la coma


En el artículo de Luis Alemany Madrid, que me hizo llegar Gary (un buen compañero en el oficio de escribir), titulado “Sobre las comas”, nos dice que el profesor John McWhorter, de la Universidad de Columbia, predice la desaparición de este signo gramatical y que no pasará nada con el idioma y, según él, funcionará perfectamente.

Este signo de puntuación se usa muy poco en la telefonía móvil, los correos electrónicos o las redes sociales y a pesar de ello logramos comprender el mensaje recibido. ¿Lo anterior es un preámbulo de lo que pronostica el profesor McWhorter? ¿Las nuevas tecnologías son las culpables de que la coma sea como el apéndice humana? ¿Es realmente innecesaria?

La coma es uno de los signos de puntuación que más dudas plantea en su uso. La “Ortografía de la lengua española” ocupa 49 páginas para explicar las normas que la rigen. Además la coma tiene un uso no lingüístico que es la de separador decimal de las expresiones numéricas escritas con cifras, utilizado en algunos países sudamericanos y europeos, así como en Estados Unidos y Canadá.

El doctor Gabriel Rovira Vázquez, catedrático de la Universidad Autónoma de Baja California Sur y antiguo profesor mío, explica en su libro “Redacción compleja”, que todo alumno que ingresa a la universidad “debe conocer, memorizar y ejercitar hasta la automatización otras habilidades  aún más básicas como la ortografía, la coherencia lógica y global, las estrategias básicas para la elaboración de textos en el nivel de oraciones, párrafos e índices y los hábitos para aprender nuevo léxico”. Sin embargo, muchos estudiantes apenas conocen las reglas de acentuación y una leve referencia sobre el uso de los signos de puntuación.

Dado los antecedentes, muchas personas estarían de acuerdo y apoyarían para que la coma desapareciera,  dada por su extensión y “complicación”. Pero antes de que se dé un paso en falso me permití transcribir algunos ejemplos que encontré en las redes sociales, los cuales nos ilustrarán la manera en que una simple coma puede cambiar el significado de una oración.

“Vamos a comer niños”.
“Vamos a comer, niños”.

“No espere”.
“No, espere”.

“Vamos a perder, poco se resolvió”.
“Vamos a perder poco, se resolvió”.

“No queremos saber”.
“No, queremos saber”.

“¡No tenga clemencia!”
“¡No, tenga clemencia!”

Uno atribuido a Julio Cortázar:
“Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer andaría a cuatro patas en su búsqueda”. Pruebe colocando una coma después de «mujer» y posteriormente hágalo en «tiene» y descubrirá dos significados distintos.

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lunes, 21 de abril de 2014

Gabriel García Márquez, el vate


El jueves 17 de abril  murió el escritor Gabriel García Márquez, una figura central de la cultura latinoamericana. Gabo, como también era conocido, estuvo inmerso en varias polémicas, una de las más memorables fue en la inauguración del I Congreso Internacional de la Lengua Española en Zacatecas en 1997 donde leyó su discurso “Botella al mar para el dios de las palabras”, en el cual sugiere la simplificación de la gramática y la jubilación de la ortografía.

Dijo García Márquez que el español es una lengua con mucha vitalidad, dinámica creativa, de vasta experiencia cultural, rapidez y fuerza de expansión; en pocas palabras “… una lengua que desde hace tiempo no cabe en su pellejo”. Pidió liberarla de sus fierros normativos (la gramática y la ortografía) para que con la llegada del año 2000 “entrara como Pedro por su casa”. El premio nobel en aquel momento expresó: “Humanicemos sus leyes, aprendamos de las lenguas indígenas a las que tanto debemos lo mucho que tienen todavía para enseñarnos y enriquecernos, asimilemos pronto y bien los neologismos técnicos y científicos antes de que se nos infiltren sin digerir, negociemos de buen corazón con los gerundios bárbaros, los qués endémicos, el dequeísmo parasitario, y devuélvamos al subjuntivo presente el esplendor de sus esdrújulas: váyamos en vez de vayamos, cántemos en vez de cantemos, o el armonioso muéramos en vez del siniestro muramos. Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota, y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revólver con revolver. ¿Y qué de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una?”.

Los académicos aplaudieron las palabras del colombiano, sin embargo, no tomaron en cuenta sus sugerencias, pues por más de tres siglos se han dedicado a forjar los fierros normativos de la lengua y no iban a tirar tanto trabajo por la borda. Pero la verdadera intención del nacido en el municipio de Aracataca era evitar la severidad de los lingüistas en contra de los internautas. Gabo fue un visionario al prever, diez años antes, como se usaría la lengua en las redes sociales.

Descanse en paz este genio del realismo mágico.

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lunes, 14 de abril de 2014

Vacaciones y Semana Santa


A partir de ayer comenzaron las vacaciones de Semana Santa (o Semana Mayor para los laicos). Sol, playa, diversión y bebidas embriagantes serán los principales protagonistas en esos catorce días de asueto. Por supuesto que muchas otras personas conmemorarán la verdadera razón de estos días.

Los medios de comunicación cubren ambos eventos y por ello es importante saber como deben de escribirse los términos y expresiones relacionados. Para ello me valgo en esta ocasión de las recomendaciones de la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA / http://www.fundeu.es) cuyo principal objetivo es impulsar el buen uso del español en los medios de comunicación y que trabaja asesorada por la Real Academia Española.

Los sustantivos y adjetivos que forman parte del nombre de los períodos litúrgicos o religiosos se escriben con inicial mayúscula: la Cuaresma, la Semana Santa, la Pascua. También se escriben con mayúscula las denominaciones Viernes de Dolores, Domingo de Ramos, Jueves Santo, Viernes Santo.

Se escriben con inicial minúscula los términos religiosos como vigilia, eucaristía, misa, liturgia de la palabra, confesión, comunión o procesión. También se escribe con inicial minúscula viacrucis o vía crucis (las Academias prefieren la primera grafía; no se considera apropiado vía-crucis).

No está de más recordar que la palabra «Iglesia» se escribe con mayúscula inicial cuando designa a la institución: “La Iglesia católica es señalada por encubrir a sacerdotes pederastas”; y cuando no es así, se deberá de escribir con minúscula: “Venderá buñuelos en la iglesia de San Javier”. El mismo caso para «santuario», pues es muy común en los medios impresos verlo redactado con mayúscula inicial: “Cientos de peregrinos llegaron al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe”, cuando los sustantivos comunes van siempre con minúscula: “Cientos de peregrinos llegaron al santuario de Nuestra Señora de Guadalupe”.

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viernes, 11 de abril de 2014

¿Cabo Pulmo en Ensenada, B. C.?


El día 10 de abril, Notimex publicó una nota con el siguiente título: “Hijo del Santo encabeza cruzada ecológica en favor de Cabo Pulmo”. En la entrada de la información se lee “Con la finalidad de preservar la reserva ecológica de Cabo Pulmo en Ensenada, Baja California, el famoso luchador Hijo del Santo, encabezará una cruzada para evitar la construcción de un proyecto turístico que dañaría sobre todo el arrecife”.

En primera instancia se pensará que el hijo de la leyenda enmascarada no sabe donde se ubica esta reserva ecológica, porque la nota nos manda a 1,524 kilómetros del punto original que es el municipio de Los Cabos, Baja California Sur. Sin embargo, el Hijo del Santo es una persona académicamente bien preparada y que ha visitado en varias ocasiones la media península. Es muy probable que la referencia geográfica haya sido un error de la agencia de noticias que afecta, sin duda, la imagen del luchador y a la agrupación ecologista que apoya.

En la mayoría de los medios digitales que tuve oportunidad de revisar, descubrí que se había reproducido la nota tal cual. Lo anterior nos demuestra (de nuevo) que nuestro estado sigue siendo uno de los más desconocidos entre los propios mexicanos. Es muy frecuente que los medios de comunicación omitan la palabra «Sur» del nombre oficial, le den el mote de «Baja» o nos hagan parte integral de Baja California, nuestra hermana peninsular.

Nuestro estado es de los más jóvenes del país. Desde su descubrimiento por los conquistadores ibéricos se llamó California esta tierra. A Loreto se le conoce como la primera capital de las Californias y de ahí partieron los religiosos para fundar varias misiones y llegaron hasta lo que hoy es el estado de California en EE. UU., donde fundaron San Diego, Los Ángeles, Santa Mónica...

Después de la guerra contra Estados Unidos, se perdió la porción norte del país y los triunfadores no solo se quedaron con la tierra sino con el nombre de la península (Alta California) y para no confundirse con la California mexicana le agregaron a ella el adjetivo «Baja».

Con el tiempo, la península se dividió varias veces hasta ser territorio norte y sur. Más adelante se erigió el estado de Baja California cuya capital es Mexicali. Baja California Sur fue territorio hasta 1974 cuando se convirtió en estado libre y soberano.

No está por demás escribir algunas referencias para que los colegas periodistas naciones las puedan consultar y evitar estos desatinos. Baja California Sur se ubica en la parte austral de la península de Baja California. Su capital es La Paz. El estado se divide en cinco municipios: La Paz, Los Cabos, Loreto, Comondú y Mulegé. Su gentilicio es sudcaliforniano, aunque también se acepta sudpeninsular. En 1982, se emitió un decreto que prohíbe referirse a Baja California Sur con los calificativos «Baja», «Baja Sur», «La Baja». Se puede abreviar como B. C. S. o usar las siglas BCS.

Nuestro estado tiene mucho que ofrecer a los visitantes. Ojalá que este tipo de error sea cada día menos.

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lunes, 7 de abril de 2014

Los prefijos


Los prefijos son elementos que se unen delante de una palabra para darle otro significado: antirrábico, contraespionaje, disgusto, preaborto, seudocientífico, vicealmirante. Los medios de comunicación impresos, regularmente, no toman en cuenta las reglas ortográficas para su uso y suele escribirlos con error.

La norma para escribir los prefijos nos dice que se puede hacer de tres formas: soldado a la palabra, con guion y separado del vocablo. Lo anterior dependerá del morfema que deseamos modificar.

El prefijo va soldado a la base cuando esta sea univerbal, es decir, que el significado no dependa de dos o más palabras: anticatólico, vicepresidente, prepago, retrovisor, ultranacionalista, provida, coexistir, extraterrestre, inframundo. No se debe de olvidar que si la palabra inicia con erre y queda entre dos vocales deberá usarse el dígrafo rr (doble r): vicerrector, antirrábico, multirregión, semirrígido.

Se deberá usar guion cuando la palabra sea una sigla o un nombre propio: anti-OTAN, pro-Rusia, anti-Obama. También cuando su base es una cifra: sub-17, sub-21. En caso de que el prefijo se añada a un nombre propio para formar otro, entonces se escribirá en mayúscula: Sudcalifornia (por BCS) y no sudCalifornia, sud-California o sud California.

Necesariamente van separados cuando la base es pluriverbal: pro derechos humanos, vice primer ministro, pre Primera Guerra Mundial, anti pena de muerte.

En la nueva edición de la Ortografía de la lengua española, se estableció que el prefijo «ex» perdía su “privilegio” de escribirse siempre separado de la palabra y ahora, por regla, deberá de ajustarse a las normas vistas anteriormente: exalumno, exnovia, exprofesor, exnazi, exnarcotraficante, expresidente. Con guion cuando va con cifra: ex-11. Recordemos que si la palabra es pluriverbal se escribirá separado: ex alto cargo, ex primer ministro, ex teniente coronel, ex agregado naval.

Cuando usamos «ex» (“que fue y ya no es”) debemos de considerar que en muchas profesiones no se pierde la cualidad “de ser”. En el ejemplo “El exgeneral Antonio Valdivia piensa ser candidato de su partido”, no es adecuado el prefijo «ex» debido a que don Antonio Valdivia conserva la calidad de militar y su grado, solo que está retirado de la milicia. Lo correcto es “El general retirado (o jubilado) Antonio Valdivia piensa ser candidato de su partido”. El uso dependerá de lo que deseamos dar a entender, pues vale la oración “El exabogado del “Chapo” fue acribillado” que significa que el letrado había dejado de representar al narcotraficante.

Cabe aclarar que «ex» se recomienda en sustantivos que denotan ocupaciones, cargos, relaciones o parentescos alterables y otros tipos circunstanciales de las personas, por ello cuando nos referimos a edificaciones, lo adecuado es no emplearla y usar un adjetivo: El ex palacio municipal / El antiguo palacio municipal; La ex pista aérea / La antigua pista aérea; La ex casa de gobierno / La antigua casa de gobierno.

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martes, 1 de abril de 2014

Los riesgos del desdoblamiento del lenguaje


Mucho se ha insistido en que sobrecargar el lenguaje hablado y escrito con sustantivos y artículos para hacer visible a la mujer contraviene las reglas gramaticales; recordemos que el uso genérico del masculino en las palabras para referirse a mujeres y hombres es aceptado como norma. Aunque sí podemos sustituir palabras en frases u oraciones predominantemente androcéntricas, por ejemplo “El hombre ha evolucionado a través del tiempo” por “Los seres humanos han evolucionado a través del tiempo”; “El mejor amigo del hombre es el perro” por “El mejor amigo de las personas es el perro”, “María Helena Hernández de Covarrubias” por “María Helena Hernández Lezama”; “Angélica Rivera de Peña” por “Angélica Rivera Hurtado”. El desdoblamiento del leguaje tuvo mayor auge en los gobiernos perredistas. Actualmente se ha reducido este uso en los comunicados de prensa.

El desdoblamiento léxico se debe usar solo en casos que el contexto lo exija: “Los mexicanos son más propensos a sufrir un ataque al corazón que las mexicanas, según reveló un estudio reciente”.

Ahora bien, muchos políticos siguen usando “las y los” o “mexicanas y mexicanos” como una forma de congraciarse con las mujeres, sin embargo, esto puede ser contraproducente si no se maneja adecuadamente.

Los políticos al tratar de ser “incluyentes” corren el riesgo de excluir a las mujeres porque los discursos con desdoblamiento léxico son artificiales y resulta complicado su manejo, además de que dicho lenguaje no está integrado a su hablar cotidiano. Tomemos como ejemplo el acta de la sesión pública ordinaria del Congreso del Estado de Baja California Sur del jueves 20 de marzo de 2014, en la que el diputado Omar Antonio Zavala Agúndez inicia su discurso así:
“Muy buenos días. Dip. Guadalupe Olay Davis presidenta de este Honorable Congreso del Estado de Baja California Sur; amigas y amigos de los medios de comunicación; miembros de éste poder que hacen posible el quehacer legislativo; distinguido auditorio; compañeras diputadas y compañeros diputados”.
Observamos que usa palabras de ambos géneros para referirse al sexo de los presentes con la idea de no excluir a nadie en el discurso que pronunció sobre Luis Donaldo Colosio Murrieta. Sin embargo más adelante dice: “A todos nos duele su ausencia, pero nos une su legado…”, en este apartado no incluye a las mujeres, porque omite a “todas”. Después continúa: “Entre todos los mexicanos, Colosio sigue presente por su palabra franca…”, omite de nuevo a las mexicanas. Más adelante expresa: “… su gran legado de visión de un México mejor para todas y todos los mexicanos…”, bien, porque fue incluyente. Pero después afirma: “… es de resaltarse, por supuesto el gran discurso que pronunció el 6 de marzo de 1994, ante miles de mexicanos en el zócalo de la ciudad de México”, lo que hace suponer que no asistieron mujeres a dicho mitin. Y casi al concluir expresa: “… porque Colosio nos pertenece a todos los mexicanos. Por eso, al rendir tributo a su memoria y recordar sus valores, con orgullo afirmamos: ¡Colosio vive en los corazones de familiares, de amigos y de los mexicanos que compartimos sus ideales y valoramos su ejemplo!”, excluye a las mexicanas y a las amigas.

Entiendo que la intención del diputado Omar Zavala no era la de excluir a nadie, sin embargo al hablar así se corre ese riesgo. Lo recomendable es no usar el desdoblamiento del lenguaje, pero si se insiste en ello más vale revisar minuciosamente el texto para evitar dejar afuera a alguien “sin querer queriendo”.

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lunes, 13 de enero de 2014

Cumpliré 40 y seis años en el 2 mil 14


Así es, este año espero celebrar mis cuarenta y seis años de vida y andanzas en este 2014. Supongo que habrá notado la diferencia entre las “cifras” del título del artículo y los numerales del párrafo de inicio y estará de acuerdo conmigo en que algo no está bien.

Recordemos primero que una cifra es la representación con símbolos de los números: 46, y los numerales son la representación de los números con palabras: cuarenta y seis.

Es muy frecuente ver en los noticiarios de televisión, así como en los medios impresos, la combinación errónea de la cifra y el numeral cuando se habla de miles: “El hundimiento del barco causó la muerte de 2 mil 580 personas”: “En Siria, más de 3 mil civiles han muerto en los últimos meses”; “Han sido sacrificados en China 150 mil pollos por la gripe aviar”. Y es que en estas oraciones, la cifra es un adjetivo numeral compuesto y no un sustantivo como lo son “personas”, “civiles” y “pollos”. Entendamos como “numeral compuesto” a la cifra que representa una cantidad concreta: 2,580, 3,000, 150,000 o dos mil quinientos ochenta, tres mil, ciento cincuenta mil.

Se considera pues un error usar así las cifras y el numeral. Podrían justificar un ahorro de espacio, pero en realidad no se economiza: 2 mil 580 / 2,580; 3 mil / 3,000; 150 mil / 150,000, prácticamente se usa la misma área. Solo es válida esta combinación si las cantidades tienen como base un sustantivo de significación numeral: millar, millón, millardo, billón, trillón y cuatrillón: “Acumuló 2 millones de pesos la lotería local”; “Hay un millar de jóvenes sin empleo”; “La deuda asciende a 5 billones de pesos”. En estos casos la cifra es un adjetivo numeral que califica al sustantivo de significación numeral: “millones de pesos”; “millar de jóvenes”; “billones de pesos”.

Recomiendo evitar este uso inapropiado de los números, de otro modo las personas que nos leen o ven creerán que es correcto y se arraigará como otros tantos errores gramaticales ya aceptados por la costumbre.

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lunes, 6 de enero de 2014

Nuevos impuestos, mismos errores


Al inicio de este 2014 nos encontramos con algunos nuevos impuestos, además de un ajuste del IVA al 16 % en esta región del país. El tema que abordaré aquí no son propiamente los impuestos (claro que no deja de ser algo polémico), sino la forma en que los medios de comunicación los escriben.

Es frecuente leer notas como “En cuanto al Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), se establece un nuevo gravamen de 1.00 pesos por litro a la enajenación o importación de las bebidas saborizadas, concentrados, polvos, jarabes, esencias o extractos de sabores”. Por lo regular los medios de comunicación escriben los nombres de los impuestos con mayúsculas iniciales debido a la influencia anglosajona, a que asumen que son nombres propios o porque las siglas o el acrónimo con que se representan están con mayúsculas: ISR (impuesto sobre la renta), IVA (impuesto al valor agregado), sin embargo, lo correcto es anotarlos con minúsculas porque son nombres comunes.

El nombre de los impuestos es común y de acuerdo con las reglas ortográficas deberán de escribirse con minúsculas: impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS); impuesto sobre la renta (ISR); impuesto al valor agregado (IVA); impuesto predial, etcétera. El mismo criterio se aplica al producto interno bruto (PIB), al registro federal de contribuyentes (RFC), a la clave única de registro de población (CURP), entre otros.

Hay que subrayar, además, que el signo de por ciento (%) siempre se escribe separado del número que le precede: 16 % y no 16%. Otro hábito muy arraigado.

No esta de más recordar que frases como reforma fiscal, reforma política, reforma educativa, reforma energética, son nombres comunes que deben de escribirse con minúsculas. El hecho de que las autoridades lo plasmen con mayúsculas en sus campañas no significa que sea gramaticalmente correcto.

La costumbre de ver estos errores nos haría creer que escribirlos correctamente sería un error, sin embargo, los medios informativos tienen el respaldo de la ortografía. Velar por el buen uso de español es su responsabilidad y obligación.

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