lunes, 25 de febrero de 2013

El modo de hablar español


En México hablamos español, también en Centroamérica y casi en toda Sudamérica, con excepción de Brasil. Aunque el origen de nuestro idioma es el mismo, cada país del continente americano se caracteriza por su modo de hablar. El acento de nuestra lengua varía de acuerdo a cada nación, y a veces nos preguntamos por qué, si la cuna es la misma: España.

Vayamos al viejo reino de Castilla, origen del idioma. Estamos en el siglo XIII, Alfonso X establece la escritura del castellano conforme a la norma toledana, la cual tuvo dos grandes influencias dialectales: el andaluz y el castellano viejo.

A pesar del esfuerzo por consolidar un español nivelado en la península Ibérica, aún existían muchos resabios del lenguaje en algunas ciudades en el siglo XV. Recordemos que la educación era limitada a ciertos sectores sociales.

Con la oleada de aventureros, militares y comerciantes que arribaron a América, y que procedían de diferentes regiones de España, llegaron también las costumbres y el acento particular de cada región. Se habla de que el 60 por ciento de los colonos que se trasladó a las Antillas era andaluz, y más de la mitad procedían de Sevilla. Migraciones subsiguientes procedieron de Castilla la Vieja, Toledo y Extremadura, que trajeron a América otros dialectos que coexistieron con el andaluz y el español nivelado.

Los primero conquistadores que salieron de Cuba hacia la Nueva España, el 30 % eran andaluces, el 20 % de Castilla y el 13 % extremeños. Las zonas de intercambio comercial, como el Caribe y Veracruz fueron áreas de influencia de Sevilla.

Donde se hablaba un español nivelado era en la zona de influencia cortesana: la ciudad de México y Lima, sedes de los virreinatos. En otras regiones de América se asentaron grupos de españoles, que por su ubicación geográfica mantenían características conservadoras o arcaizantes por no tener contacto con comerciantes ni cortesanos.

Hasta nuestros días, algunos pueblos conservan el vos, el sois y el estáis, entre otros, características fonéticas que en México ya están en desuso.

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lunes, 18 de febrero de 2013

El idioma

Se dice que el origen del ser humano se encuentra en África. Un grupo de homínidos vivía en una región aislada por la existencia de infranqueables murallas naturales. Debido a los cambios físicos que sufrió la Tierra, estos parientes lejanos del “homo sapiens” comenzaron a emigrar en grandes grupos, que después se dispersaron en pequeños clanes por toda Europa, Asia y probablemente hasta América. Algunos grupos evolucionaron y desarrollaron habilidades técnicas y lingüísticas que les permitió prosperar y llegar a niveles de civilización que hoy conocemos como culturas antiguas; otros sucumbieron ante los desafíos de la naturaleza, y otros más conservaron sus primitivas costumbres sin evolucionar algo. Se presume, entonces, que la lengua humana viene de un tronco común.

Probablemente el origen de la lengua humana es uno solo, y con el paso del tiempo fueron surgiendo los idiomas. El idioma es la lengua de una comunidad de hablantes, es decir, la forma particular que tiene cada grupo humano de comunicarse entre sí. El desarrollo de técnicas, la región donde se establecieron y la conformación de una cultura los obligó a crear más palabras, por ende, aumentar su vocabulario, no solo con cosas tangibles sino también intangibles, como dios, el mal, el bien o la bondad.

Conforme se agrupaban o separaban las tribus, las particularidades lingüísticas se fueron acentuando. Europa es un ejemplo claro de ello: germanos, francos, iberos, celtas… El idioma identifica a cada pueblo y se enriquecía agregando vocablos de otras civilizaciones, ya sea por adopción o por imposición al ser conquistadas. Hay que destacar que entre algunas culturas distantes en tiempo y espacio, existían palabras con sonido y significado idéntico, por ejemplo el “theo” griego y el “teo” náhuatl.

Todos los idiomas deben de conservar alguna reminiscencia de tronco común primitivo lo cual facilita su traducción, de otra forma sería imposible la comprensión entre pueblos. La estructura gramatical de los idiomas es muy parecida, las variables son las palabras.

¿Cuanto tiempo ha pasado para que la lengua del ser humano se haya desarrollado como la conocemos hoy en día? Según los expertos, como 2.5 millones de años. Después de tanto tiempo, en el mundo sólo existen seis mil quinientas lenguas, de las cuales 25 se consideran importantes por su extensión y escritura.

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lunes, 11 de febrero de 2013

Efemérides sudcalifornianas


Hoy no abordaré un tema sobre lengua, sino que invadiré un área en la cual nuestro estimado Keith Ross es docto y que semanalmente expone en su columna “De libros y autores” que aparece en este mismo espacio todos los jueves. Me tomé la libertad de hablar del libro “Efemérides sudcalifornianas” del maestro Eligio Moisés Coronado, cronista de La Paz.

Este libro fue presentado hace unas semanas, en su edición participaron distintas autoridades gubernamentales. Con apenas ciento once páginas, se condensan los hechos más relevantes que forman la historia de Baja California Sur.

La rigidez científica con la que fue formado nos da la certeza de fidelidad, sin ideologías ni tendencias. Cabe destacar la pulcritud de su edición. Un estilo cuidado a lo sumo. Una portada sencilla y acorde al tema. Cuenta con referencias bibliográficas, un índice onomástico y otro iconográfico.

El hecho importante de esta publicación, a mi ver, es que por fin se tiene un compendio del pasado histórico sudcaliforniano. Sin duda una referencia ideal para conocer los hechos que han dado identidad a esta tierra.

La historia regional en nuestro estado apenas se toca en las aulas de educación básica. Se desconoce el por qué las calles de nuestras ciudades llevan el nombre de ciertas mujeres u hombres, el cual solo usamos como referencia: “Vete por la Bravo”; “Llega a la Rosaura Zapata”; “Nos vemos en el café de la Márquez”.

Un pueblo sin memoria no puede comprender su actualidad. Antes del lanzamiento del libro, en “El Sudcaliforniano” comenzamos a dar “píldoras contra el olvido” con la publicación de “Efemérides de BCS”, con dos objetivos: rescatar una tradición periodística, y que las personas tuvieran referencias de su pasado histórico.

Nuestra historia se escribe día a día, es una labor inacabable, por ello don Eligio en la introducción de su libro nos aclara: “… este material no es, con mucho, definitivo; deberá irse incrementando con nuevos hallazgos y conocimientos porque la nuestra es una sociedad dinámica en procuración de mejores estadios de vida, bienestar y superación. Aspiramos sólo a contribuir de tal manera a proporcionar algunos de los elementos válidos que sustentan a nuestra entidad”.

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lunes, 4 de febrero de 2013

Los vicios del lenguaje


El diccionario en línea de la Real Academia Española define la palabra “vicio”, entre otras acepciones, como: “Defecto o exceso que como propiedad o costumbre tienen algunas personas, o que es común a una colectividad”. Los vicios en el lenguaje, ya sea hablado o escrito, de deben básicamente a la costumbre de repetir lo que escuchamos sin reflexionar en el significado de las palabras.

Se conoce como pleonasmo a la redundancia de palabras. Este vicio del lenguaje consiste en agregar dos o más palabras de igual sentido en una misma frase u oración:
Súbete para arriba.
Bájate para abajo.
Métete para dentro.
Salte para afuera.
Subir, bajar, meterse y salir son palabras que, semánticamente, tienen una carga en la que está implícito el arriba, el abajo, el dentro y el afuera.

Existe un pleonasmo clásico conformado por las conjunciones adversativas: mas, pero y sin embargo. La combinación de dos o más de estos elementos es un recurrente error en algunas personas, por ello deben de evitarse el “mas sin embargo”, “pero sin embargo” o “pero mas sin embargo” aunque se escuche “muy sofisticado”. Recordemos que “mas” cuando no lleva acento equivale a “pero”.

Aunque en términos estrictamente semánticos la frase: ¡Lo vi con mis propios ojos!, puede considerarse un pleonasmo, las Academias de la Lengua Española la aceptan y explican que su construcción le da más fuerza a la expresión.

Los medios de comunicación no escapan a estos vicios:
Golpeó a puñetazos a su mujer.
El cadáver fue encontrado muerto en el interior de su auto.
El muerto yacía sin vida sobre el asfalto.
Fueron rescatados los muertos que fallecieron al derrumbarse el edificio.
El occiso, fulano de tal, murió calcinado.
Murió asesinado.
Metió autogol en su propia portería.
Fuegos pirotécnicos.
Estas son sus obras póstumas, para publicar después de su muerte.
La cuestión del desarme no se arreglará antes de un lustro completo de cinco años.
Con los antibióticos se cree haber descubierto la panacea universal que cura todos los males.

Otro vicio que tenemos en el lenguaje es la muletilla, esa voz o frase que se repite mucho por hábito en un interlocutor:
Me explico.
Me entiendes.
Aja.

Los vicios son superables, solo es cuestión de reflexionar antes de hablar.

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