lunes, 16 de diciembre de 2013

Tienda de palabras “25 de diciembre”


La jornada en la tienda de palabras estaba a punto de terminar cuando en la puerta de la entrada se escuchó un golpecillo. Al abrir, descubrí al vocablo NAVIDAD a punto de perder el sentido por lo que solo alcanzó a decir “ayúdame”.

Presto la llevé a la sala de etimología para tratar de resucitarla. Intenté primero la reanimación cardiopulmonar (RPC), la cual resultó poco efectiva. Entonces usé dos diccionarios de Joan Coromines como desfibrilador:
—¡Atrás!
—¡No responde!
—¡Otra vez!
—¡Atrás!
—¡La tenemos! ¡Rápido, llévenla a la plancha!

Necesitaba una cirugía de emergencia porque la acumulación de sinsentidos le había provocado un ataque sincrónico de significados.

Inicié con pequeñas incisiones para evitar una deformación mayor. Era increíble la cantidad de elementos que fui extrayendo: renos, nieve, un tipo obeso con traje de color rojo, árboles adornados, pesebres, pastores, un caballo, un elefante, un camello, tres monarcas mágicos, obsequios, litros de bebidas embriagantes, una gran variedad de platillos, anuncios de diversos tipos, música, miles de metros de luces de colores, adornos de todo tipo, toneladas de abrazos y besos, piñatas de diversos personajes…

Además de todo lo anterior, extirpé miles de palabras, entre las que se encontraban «felicidades», «reflexión», «regalo», «amor», «convivencia», «deseos», «compartir», «fiestas», «comprar», «lista», «magia», «perdón», «en esta fecha», «quiero», «baile», «posada», «gasto», «dinero»…

Después de mucho tiempo y trabajo, terminó la operación.

La paciente quedó irreconocible. Poco a poco recuperaba el sentido. Lo primero que preguntó fue “Quién soy”.
—Eres, según el “Diccionario de la lengua española”, la «Natividad de Nuestro Señor Jesucristo».
—¿Qué era antes? —cuestionó algo apenada.
No puede responderle porque repentinamente entraron varios individuos con el rostro cubierto y amenazando con billetes de gran denominación; algunos de ellos vestían con sotanas, otros con trajes muy costosos y unos más con ropa de calle. Gritaban con faltas de ortografía y sin dejar de apuntar se llevaron a NAVIDAD.

Sé que NAVIDAD está viva, pero sigue siendo explotada por los tipos que la secuestraron. Me enteré por un amigo que le realizaron una cirugía semántica mayor con un lingüista sin licencia, ahora difícilmente podrá ser reconocida.

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lunes, 9 de diciembre de 2013

El uso de la cifra y el numeral


Los números son entidades abstractas que se pueden representar gráficamente como cifra o numeral. Las cifras son los símbolos que comúnmente llamamos “números”: 0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9…; los numerales son la representación con palabras de los números: cero, uno, dos tres, cuatro, cinco seis, siete, ocho, nueve…

Cuando escribimos expresiones numéricas en algún texto, solemos usa más las cifras que los numerales por ser más práctico. Aunque no es censurable hacerlo de esa manera, existen una serie de recomendaciones que dicta la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) con el fin de unificar criterios en el uso de la lengua.

En los textos científicos y técnicos, así como en ciertos documentos legales y bancarios por lo regular siempre se expresan los números con cifras porque es más conciso y claro. En obras literarias o escritos normales, se recomienda usar palabras en caso de que los números no sean muy complejos.

De este modo, en textos comunes se sugiere escribir los números cuando se expresen en una sola palabra, es decir, del cero al veintinueve; las decenas (del treinta al noventa) y las centenas (del cien al novecientos). También los números redondos que se expresan en dos palabras: doscientos mil, tres millones. De igual manera los números inferiores a cien que expresen dos palabras unidas por la conjunción “y”: setenta y ocho, treinta y seis, noventa y nueve.

No se recomienda combinar cifras y numerales en una oración compleja como en el ejemplo siguiente: “Llegaron veinticinco rollos de papel y 35,500 hojas en siete cajas”. Mejor usar solo cifras: “Llegaron 25 rollos de papel y 35,500 hojas en 7 cajas”.

Al usar unidades de medida no deben manejarse palabras con el símbolo de unidad: “Le faltaban quince km para llegar”, sino “Le faltaban quince kilómetros para llegar” o “Le faltaban 15 kilómetros para llegar”. Cuando se usan los símbolos es obligada la escritura en cifras: “Punta Prieta solo produjo 40 kW de energía”, “La Paz llegó a los 43 ºC”.

En los números que exigen cuatro o más palabras se recomienda su escritura en cifras. Así pues “Hubo 16,548 personas en el concierto”, sería mejor que “Hubo dieciséis mil quinientas cuarenta y ocho personas en el concierto”.

No está de más recordar que los números igual o superior a mil que se representan con cifras deben separarse con una coma o un espacio en blanco: 35,775 o 35 775; solo se omitirá la coma  cuando se refieran a años (2013), códigos postales (23060), números telefónicos (612 1234567), documentos de identidad (IFE 125351845126), numeración de textos legales (foja 1525), páginas de libros (pág. 1012), así mismo, en todos estas excepciones se escriben siempre con cifras.

Debemos tener en cuenta que las cantidades iguales o mayores a mil y hasta 999,999 no pueden combinase con cifras y palabras, porque son adjetivos numerales compuestos de dos vocablos que califica a un sustantivo: “Hay diez mil solicitudes en espera” o “Hay 10,000 solicitudes en espera”, donde «diez mil» o «10,000» adjetiva a «solicitudes». Así como no escribimos “50 y ocho” (por 58), por ello tampoco es correcto combinar “10 mil” (por diez mil o 10,000).

Por lo anterior, suele ser común encontrar en los medios de comunicación impresos o de TV, así como en las oficinas de prensa de entes gubernamentales o privados, la combinación errónea de cifras y numerales. Se recomienda evitar oraciones como “El gobierno invertirá 47 mil pesos en reparar brechas”, “Llegaron a Los Cabos 8 mil turistas más que el año pasado”, “Se han perdido más de 3 mil cabezas de ganado”, “BCS tiene 658 mil habitantes, según el Inegi”. Lo mejor sería usar cifra o numeral: “El gobierno invertirá 47,000 (o cuarenta y siete mil) pesos en reparar brechas”, “Llegaron a Los Cabos 8,000 (u ocho mil) turistas más que el año pasado”, “Se han perdido más de 3,000 (o tres mil) cabezas de ganado”, “BCS tiene 658,000 (o seiscientos cincuenta y ocho mil) habitantes, según el Inegi”. La decisión entre uno y otros es de quien escribe.

No sucede lo mismo con millar, millón, billón, trillón o cuatrillón donde sí se pueden mezclar cifras y palabras pues estos son sustantivos numerales compuestos, es decir, el sustantivo numeral (millón) y el elemento que cuantifica (dólares) unidos por la preposición «de» forman una sola expresión: “Hubo 3 millares de conscriptos”, “Debe aún 2 millones de dólares”, “El Gobierno de EE. UU. ha invertido 110 billones de dólares en armas”. O si lo prefiere también es correcto “Hubo tres millares de conscriptos”, “Debe aún dos millones de dólares”, “El Gobierno de EE. UU. ha invertido ciento diez billones de dólares en armas”.

En caso de cantidades extremadamente altas, se aplica la misma regla: “El gasto mundial en armamento fue de 125,000 millones de euros”, o “El gasto mundial en armamento fue de ciento veinticinco mil millones de euros”. Se debe evitar un error como este: “El gasto mundial en armamento fue de 125 mil millones de euros”.

Por último, en nuestro país es común utilizar abreviaturas referentes a cantidades, sobre todo en los medios impresos debido al espacio disponible en los encabezados. Es aceptado el uso de «mdp» “millones de pesos”, «mdd» “millones de dólares” y «mde» “millones de euros”, sin olvidar, claro las recomendaciones ya referidas: “El Congreso aprobó un gasto de 330,000 mdp para este año” pero nunca escribir “El Congreso aprobó un gasto de 330 mil mdp para este año” o “El Congreso aprobó un gasto de 330 mmdp para este año”.

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lunes, 2 de diciembre de 2013

Nuevo diccionario de la RAE


Después de trece años, la Real Academia Española (RAE) publicará la 23ª edición del “Diccionario de la lengua española”, que verá la luz para finales de noviembre de 2014. Este nuevo libro contendrá más de 90,000 vocablos (la última edición contiene 87,000) en alrededor de 2,900 páginas.

De acuerdo con la RAE, este diccionario adapta su contenido a la época y también depura acepciones y voces, es decir, algunas palabras que hoy se consideran ofensivas por su definición serán actualizadas. Entre las que destacan podemos mencionar que «femenino» no tendrá la acepción de «débil, endeble» y «masculino» no se definirá como «varonil y enérgico». Otras de las acepciones que cambiarán son huérfano, gozar, edén, hombre, mujer, padre, madre.

También la palabra «género» ha sido admitida por ser ya una denominación jurídica, lo que significa que la frase «violencia de género» se considerará correcta.

Respecto a la repetición del mismo término en masculino y femenino, la RAE seguirá sin aceptarlos. El director de la Real Academia de la Lengua, José Manuel Blecua, explicó que son «modas pasajeras de piadosas creencias que tiene la gente sobre la estructura de la Lengua».

Blecua destacó además las novedades que hacen referencia a la adecuación de «pesas y medidas» del sistema internacional lo que ha permitido modernizar vocablos especialmente relacionados con la «nanotecnología».

Definitivamente la obra estará acorde con su tiempo. Sin duda que en la 24ª edición muchas palabras se irán incorporando, otras modificarán su significado, unas más desaparecerán. Es un trabajo en espiral e inacabable, pero necesario.

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lunes, 25 de noviembre de 2013

Tienda de palabras

Me decían que estaba loco al querer invertir todos mis ahorros en una tienda de palabras. ¿A quién puede interesarle comprar algo como eso? Desoí a todos los que auguraban mi desastre financiero y emprendí la aventura.

El primer problema fue con el Servicio de Administración Tributaria (el SAT para abreviar) porque no tenían idea en qué tipo de rubro acomodarme.
—¿Venta de palabras?, ¿venta de palabras?… Fíjese que no hay una actividad como esta registrada. Quizá podemos darlo de alta como venta de libros —me decía el funcionario federal.
—No es lo mismo —le explicaba pacientemente—, yo venderé la materia prima para los libros.

Después de mucho deliberar con otros de sus colegas, consultar a la administradora, hojear varios prontuarios y misceláneas fiscales optaron por registrarme como el dueño de una tienda de palabras, aunque esa actividad no existía.

Conseguí rentar un pequeño local a buen precio, estaba algo deteriorado pero bien servía para mis propósitos. Sin protocolo de inauguración abrí las puertas de mi negocio. Mi primera visitante entró motivada más por la curiosidad que por la necesidad.
—¡Qué bonita tienda, señor!, pero ¿qué me dijo que vende?
—Palabras y todo lo que con ellas se pueda hacer —le contesté.
Al fin de cuentas, la señora se llevó dos adverbios, una preposición y tres pronombres clíticos.

Conforme pasaba el tiempo, la gente se daba cuenta de la importancia de las palabras y gracias a esto mis clientes fueron en aumento.

Un día una persona me reclamaba por una palabra que supuestamente estaba defectuosa:
—¡Cómo que está bien! —me decía—. Si un animal tiene cien patas, entonces es un «cienpiés» y me vendió «ciempiés». 

El verbo más vendido es «haber», el cual incluye una guía que casi nadie lee:
“Si se usa como impersonal no cabe plural, en este caso deseche los «habían», «habrán», «hayan», «hubieron», etcétera. Solo utilícense para el plural en tiempos compuestos con un participio (no incluido)”.

Las cosas marchan bien, espero que así continúen. En futuras entregas les seguiré narrando más sobre este negocio que promete mucho.

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lunes, 11 de noviembre de 2013

Los números


La gran mayoría de las personas que saben leer, escribir y contar (tres conocimientos básicos) pueden aspirar a tener una vida menos difícil en la sociedad. Para leer y escribir necesitamos letras y para hacer cálculos, los números.

Cuando el ser humano comenzó a contar lo hizo con los dedos de las manos y los pies, derivando un sistema quinario (con base cinco), decimal (con base diez) y vigesimal (con base veinte). También existía el sistema duodecimal (de base doce) cuya referencia era el número de falanges de los dedos de la mano, en este caso no se incluía los pulgares. Además de los dedos se usaron piedras, conchas, muescas, nudos, etcétera. El término «dígito» viene del latín «digǐtus» que significa «dedo» y «cálculo»  del latín «calcǔlus» que alude a «piedrecita».

Nuestro sistema de numeración actual proviene del indoarábigo, el cual utiliza una fórmula de base decimal. La posición de cada cifra nos permite saber sin equívoco la cantidad que representa.

Cabe aclarar que los términos «número» y «cifra» no significan lo mismo. Los números son entidades abstractas que expresan cantidades: cinco; mientras que las cifras son los símbolos que representan a los números: 5. Así pues, el número doscientos treinta se representa con la cifra 230. También sería correcto decir que a este último número lo componen tres cifras. Sí se pueden usar como sinónimos «cifra» y «dígito».

Existen dos formas para representar gráficamente a los números: por símbolos o cifras (0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9), y mediante palabras a lo que se denomina numerales (diez, undécimo, quinceavo). En la representación de los números es habitual que se utilicen numerales cardinales por ordinales o fraccionario por ordinales.

Los números cardinales expresan cantidades y normalmente funcionan como adjetivos: Llegaron tres personas; Calza del ocho; Llevaba dieciséis cachoras en la mochila.

Los numerales ordinales expresan orden o sucesión, es decir indican el lugar que ocupa un ente en un conjunto ordenado: El “Checo” Pérez llegó en tercer lugar; Se inauguró el decimotercer festival del libro. La actual “Ortografía de la lengua española” acepta la escritura separada de los ordinales complejos: décimo tercero y decimotercero. De igual forma no se censura la forma univerbal después del trigésimo: trigesimosegundo y trigésimo segundo. También es aceptada la forma decimoprimera por undécima y decimosegunda por duodécima

Cuando los ordinales se representan en cifras, se pueden utilizar números romanos o arábigos, estos últimos tienen una determinada escritura, por ejemplo 1.º, 1.ª o 1.er, se recomienda el punto entre el número y la letra volada para evitar confundirlo con el símbolo de grados. Se debe evitar el modo anglosajón: 1ro, 4to, 7mo.

Los numerales fraccionarios o partitivos designan fracciones o partes iguales de una unidad. Así pues, no es correcto escribir “Por otro año más, festejaremos el catorceavo festival de la sardina” porque se refiere a un orden consecutivo de festivales y no a la parte de un todo. Por ello lo correcto debió ser “Por otro año más, festejaremos el decimocuarto festival de la sardina”. Donde sí hubiera sido adecuado es “solo se ocupó una catorceava parte del aforo”.

Los números son muy versátiles, ya que con ellos se puede dividir como el pan, sumar como la familia, quebrar como el cristal, multiplicar como los conejos y restar como los amigos.

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martes, 5 de noviembre de 2013

Un poco de todo


“Un poco de todo” es el título del último libro que el profesor Leonardo Reyes Silva acaba de publicar y que me distinguió obsequiándome un ejemplar. Los costos de la edición los absorbió el propio maestro y tiró solamente 200 ejemplares, lo que me trae a la memoria el cuento de “El juglar” que aparece en este libro.

Don Leonardo es un prolífico escritor. A lo largo de su vida nos ha deleitado con sus crónicas, cuentos, relatos, leyendas, biografías, poemas y artículos de diversos temas. Hombre apasionado de la historia y las letras, así como de Baja California Sur, su estado natal.

Podemos destacar del profesor Reyes Silva su labor de campo, de ir a la fuente, vivir con los personajes y conocerlos, a ello sumemos su capacidad de abstraer la realidad, de crear imágenes y formar quimeras es como puede describir, construir y trasformar realidades para nuestro gozo y conocimiento.

La redacción de “Un poco de todo” resulta muy amena porque es sencilla, sin pretensiones académicas pero que enseña y hace reflexionar. Sin duda, el objetivo que el profesor se planteó en la edición de este libro de deleitar y encontrar lo que nos identifica como sudcalifornianos se cumplió con creces, algo fácil para quien conoce el arte de contar.

Cuando hay diferente narraciones en un libro, por alguna razón solemos apropiarnos de una. En este caso, sin demeritar al resto de los escritos, me quedo con “Un ¡hurra a mi nieta!”. Sin duda una crónica en la que cualquier padre de familia sentiría el mismo orgullo por su hija.

Si tiene la oportunidad, compre este libro le aseguró que no se arrepentirá.

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lunes, 28 de octubre de 2013

¿Homologar el IVA?



En fecha reciente, la Cámara de Diputados aprobó un incremento de cinco por ciento al impuesto al valor agregado (IVA) en la zona que se conoce como la franja fronteriza, quedando en 16 %. De esta manera el IVA será el mismo en todo el país, en caso que los senadores avalen lo aprobado por los diputados. Este aumento provocó la movilización del sector empresarial de Sudcalifornia y de las autoridades estatales, cuya sigla partidista es distinta a la que propuso el incremento. En algunos espacios de publicidad fija que paga la Coparmex de BCS se puede leer “NO a la homologación del IVA en zona fronteriza”.

Lo que me llama la atención es la palabra «homologar». De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española “homologar” significa: “Equiparar, poner en relación de igualdad dos cosas. Dicho de un organismo autorizado: registrar y confirmar el resultado de una prueba deportiva realizada con arreglo a ciertas normas. Dicho de una autoridad: contrastar el cumplimiento de determinadas especificaciones o características de un objeto o de una acción”. La palabra se deriva de «homólogo» y esta de «homología» que significa: “Relación entre las personas que ejercen cargos iguales en ámbitos distintos”.

En el caso del IVA, no podemos decir propiamente que se quiere homologar porque este impuesto es federal, solamente se podría hacer si existiera un «IVA estatal». Un ejemplo que ayudaría a entenderlo mejor es la marca del burrito más grande del mundo que hace casi tres años se implantó en La Paz. Para que fuera reconocido como tal se tuvo que homologar el proceso de elaboración tal y como lo dictaba el Guiness World Record, ya que entre los lineamientos establecidos se obligaba a que el burrito se hiciera con una sola tortilla de harina y no con varias como lo programaron en un principio los integrantes de la Canirac. A fin de cuentas, el 3 de noviembre de 2010 se elaboró un burrito de pescado de 2.7 kilómetros de largo. Otro ejemplo es la homologación del código penal estatal con el federal, en este caso pondríamos “en relación de igualdad dos cosas”, lo que significaría castigar de una sola forma los delitos. De igual manera, podemos homologar a una persona común y corriente con el presidente Barack Obama eligiéndola mandataria del país.

El término correcto en este caso es «ajustar»: “Hacer y poner algo de modo que case y venga justo con otra cosa. Conformar, acomodar algo a otra cosa, de suerte que no haya discrepancia entre ellas”. Lo recomendable hubiera sido escribir: “No al ajuste del 16 % del IVA en zona fronteriza”, “No al incremento del 5 % del IVA en zona fronteriza”.

No está de más recordar que las frases «reforma hacendaria», «reforma fiscal» «reforma energética», deben de escribirse con minúsculas porque no son nombres propios.

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lunes, 21 de octubre de 2013

La escritura en redes sociales


Hace no menos de 20 años, la forma más usada para comunicarnos a distancia era el teléfono fijo, el telégrafo y el correo tradicional. Después de que el teléfono se volviera móvil, el telégrafo cambiara a SMS y el correo se hiciera electrónico, los hábitos se modificaron vertiginosamente, entre ellos la manera de escribir.

El posterior desarrollo de las redes sociales permitió que las distancias se acortaran mucho más y la información fuera casi en tiempo real. Miles de personas se comunican a través de Facebook y Twitter, mandan archivos o comparten información. Algunas veces han servido para generar movimientos sociales con repercusiones importantes.

Actualmente en las redes sociales se escribe más pero con poca calidad: faltas de ortografía, sintaxis inexacta, excesivo uso de abreviaturas y la utilización fonética de letras por palabras. Todo ello criticable desde el punto de vista lingüístico; sin embargo, las personas se entienden y pueden comunicarse, además existe la libertad de hacerlo como mejor les parezca, pues no hay ley que se los impida.

Lo importante es que esas fallas gramaticales en el ciberespacio no traspasen a las actividades cotidianas, como la escuela o el trabajo, porque ahí sí puede afectarles. De cualquier modo, es recomendable intentar apegarse, en lo posible, a la buena redacción. Facebook, Twitter y la mayoría de los correos electrónicos tienen un corrector ortosintáctico incluido en sus espacios para publicar, es una herramienta útil que muy pocas personas aprovechan o le hacen caso. Sugeriría tomar en cuenta las advertencias antes de mandar la información, ello sería un buen inicio para comenzar a escribir bien.

Por cierto, de acuerdo con el Instituto Cervantes, el español es la segunda lengua más utilizada en Facebook y Twitter.

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lunes, 14 de octubre de 2013

La ortografía en los boletines


Todos los días en la Redacción recibimos boletines de prensa que envían entes públicos y privados; estos documentos informan sobre sus actividades o manifiestan la postura oficial de ciertos eventos. Los boletines le dan veracidad a la noticia.

Por lo regular la ortografía y redacción de los boletines de las instituciones gubernamentales, municipales o estatal, no se apegan mucho a las reglas gramaticales, lo cual obliga a los medios informativos impresos a emplear correctores ortosintácticos. Gran parte de las fallas no está en la redacción sino en la ortografía.

Una de las constantes es el uso de mayúsculas en los cargos de funcionarios: “El Gobernador Marcos Covarrubias inauguró…; “El Secretario de Turismo Rubén Reachi dijo que…”; “La Alcaldesa Esthela Ponce entregó…”; “El Diputado Fernández comentó que…”. Esta forma no es tradicional en la lengua española, pero sí en la inglesa o alemana. La ortografía española establece que deben de escribirse con minúsculas por ser nombres comunes. Posiblemente por razones de solemnidad o respeto se acostumbra este estilo, pero no se recomienda.

No está de más remarcar que la palabra «estado» se escribe con minúscula, ya sea que acompañe o no al nombre de Baja California Sur, porque es un sustantivo común; solamente cuando se integra como nombre propio se puede escribir con alta: Gobierno del Estado, Congreso del Estado. De igual forma  los días de la semana, los meses del año y las estaciones, así como las palabras golfo y malecón se escriben con minúscula por ser nombres comunes. También el signo de porcentaje (%) siempre va con un espacio entre el número: 20 % y no junto (20%), de acuerdo con la “Ortografía de lengua española”.

Los boletines de la Secretaría de Turismo tienen problemas con las comas, ya que suelen usarlas frecuentemente delante de los nombres propios: “Rubén Reachi, llegó de Canadá…”; “Claudia Ruiz Massieu, dijo que este año…”. La gramática establece que no debe separarse el sujeto del predicado con una coma. Se acepta cuando es un vocativo: “Te digo, Luisa, que no lo sé”; o si es un sintagma explicativo: “El secretario de Turismo, Rubén Reachi, llegará al puerto…”.

Otro problema ortográfico en Turismo es la palabra «estatal», pues continuamente se agrega al nombre oficial de la dependencia: “La Secretaría Estatal de Turismo organiza el…”; “La Secretaría de Turismo Estatal llevó a cabo…”. En estos casos la palabra «estatal» no forma parte del nombre oficial y es obligado anotarla con minúscula.

Lo criticable de los boletines de la Dirección General de Seguridad Pública, Policía Preventiva y Tránsito Municipal (DGSPPPTM) es que todos están escritos con letras mayúsculas y sin acentos. Lo recomendable es el uso de altas y bajas.

Los boletines de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) tienen una redacción muy técnica: hueso frontoparietal derecho, cráneoencefálico, torácico-abdominal, en posición cúbito dorsal. Se entiende que los datos provienen de un reporte médico o de un perito; sin embargo, los encargados de prensa olvidan que quienes leen las notas son, en su mayoría, personas sin conocimientos médicos profundos. Más sencillo sería escribir que “una persona fue herida con arma blanca en el abdomen”.

En este mismo rubro, es constante el uso de “una persona del sexo masculino”, lo recomendable es escribir “una persona de sexo masculino”, porque la primera frase alude al miembro viril y la segunda, a la condición de hombre. También en ocasiones encontramos alguna bonita perla: “Una niña de sexo femenino”.

El uso correcto de las reglas ortográficas y de redacción impacta positivamente a la sociedad y ayuda a promover el buen español, además mantiene viva nuestra lengua. Tratemos, pues, de preservarla.

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martes, 8 de octubre de 2013

La influencia del habla


Un estimado compañero de trabajo me preguntó si lo correcto es decir “aruñar” o “arañar”, así que consulté el diccionario y descubrí que ambos términos son aceptados y los dos significan lo mismo. ¿Dos palabras para un mismo significado?, pareciera innecesario y lo es, además no es el único caso. La culpa de ello la tiene el habla.

El habla es la capacidad que tiene la gente para comunicarse verbalmente y el origen de la lengua. Los predecesores de los humanos usaban sonidos para tratar de entenderse y en algún momento esas emisiones de voz se convirtieron en palabras y nació la lengua.

La lengua es un conjunto de signos que un determinado grupo de hablantes pueda decodificar con base en normas previamente establecidas. Se calcula que existen alrededor de cinco mil lenguas en el mundo.

Al normarse la lengua se asegura su continuidad, porque se puede conservar a través del tiempo. Sin embargo, la lengua no es estática, sino que constantemente está cambiando ya sea por préstamos, nuevos inventos, descubrimientos o por los deformaciones de los hablantes.

Es a través de los hablantes que muchas palabras entran a los diccionarios. Tomando como ejemplo “aruñar” vemos que la Real Academia Española la señalaba como una forma coloquial de arañar, influenciado por uña, sin embargo ya aparece como “artículo enmendado”, es decir, en la vigésima tercera edición de este libro pasará a la lengua formal.

Las Academias de la Lengua toman como referencia el uso frecuente de una palabra para incluirla en el diccionario. Palabras coloquiales como “aruñar” terminan siendo aceptadas debido a su constante uso entre los hablantes, en otras palabras, la costumbre de repetir mal una palabra se hace ley. Lo anterior se vuelve un círculo virtuoso: el habla crea a la lengua, la lengua conserva el habla y el habla enriquece a la lengua.

El habla es dinámica y la lengua no, de ahí que mucha gente critique a las Academias por “rígidas” al no aceptar inmediatamente alguna palabra, pero no es tan sencilla la entrada a un diccionario, se necesita tiempo para generar consensos. Por ejemplo la palabra “Cantinflas” se incluyó en el diccionario por la fama que el actor Mario Moreno generó con su personaje en todo el planeta.

Siendo optimistas, quizá el dueto de Los Huizapoles logre algún día que “huizapolear” se incluyan en el diccionario. Yo propondría la siguiente definición: “Huizapolear: hablar en doble sentido con tono sudcaliforniano”.

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lunes, 30 de septiembre de 2013

¿Con el acento o sin él?

Uno de los principales problemas que se nos presenta al redactar un texto es la colocación del acento en las palabras. Quien no conoce las reglas de acentuación intenta evitar este contratiempo redactando todo su trabajo con letras mayúsculas, sin embargo, de poco le sirve porque en las capitulares también es obligado poner la tilde.

El acento prosódico es la alteración fónica de la palabra en una de sus sílabas (la cual se denomina sílaba tónica). En el lenguaje hablado la identificamos con el énfasis al pronunciarla. Pero en la escritura lo hacemos con la presencia o ausencia de la tilde, es decir la “rayita” (que en términos generales también se le considera una virgulilla). Este pequeño signo nos permite definir la pronunciación y el significado de los vocablos. Por ejemplo, las palabras «hábito», «habito» y «habitó» gráficamente se escriben igual, sin embargo, la tilde les da significados diferentes.

Para empezar debemos saber separar silábicamente las palabras, esto con el fin de identificar la sílaba tónica que es donde cae la mayor fuerza de la voz. Por ejemplo «ratón» es una palabra de dos sílabas (ra-tón) y la sílaba tónica es -tón.

Las palabras las clasificamos dependiendo de donde se ubique la sílaba tónica. En las agudas se encuentra en la última sílaba: cartón, dintel, futbol; en las graves, en la penúltima: lápiz, colcha, López; en las esdrújulas, en la antepenúltima: petróleo, águila, horóscopo; y en las sobresdrújulas, una antes de la antepenúltima: déjamelo, tómatelo, llévatelo.

Las reglas de acentuación establecen que las palabras agudas llevan tilde cuando terminen en -n, -s o vocal: camión, Cortés, comité; pero cuando no cumplen con lo anterior se omite: total, Cortez, captar.

En las graves digamos que la regla se invierte; se acentúan gráficamente siempre y cuando no terminan en -n, -s o vocal: árbol, ángel, tórax; y se escriben sin tilde, por ejemplo, margen, latas, toro.

Como se habrá dado cuenta, en las palabras agudas y graves no en todos los casos aparece la tilde, pero sí en las esdrújulas y sobresdrújulas. Entonces recordemos que estas dos últimas siempre llevan acento gráfico.

Tomemos como referencia que el lenguaje fue primero hablado y después escrito, entonces la acentuación tiene un carácter fónico, por ello debemos considerar este aspecto para acentuar correctamente. En México decimos «futbol» por lo cual es una palabra aguda y se escribe sin tilde, ya que terminar en “ele”; pero los argentinos la pronuncian «fútbol» como grave, así que ellos la acentúan de acuerdo con la regla. En nuestro país es «mira» sin acento gráfico en la -i por ser una palabra grave terminada en vocal, sin embargo en Argentina se escribe «mirá» y la acentúa porque es aguda.

Las reglas de acentuación establecen que las palabras monosílabas no debe tildarse: sol, fe, dios, fui, vi, vio, dio…, sin embargo hay una excepción para estos casos que es el acento diacrítico, el cual se usa para diferenciar palabras de igual escritura pero con distinto significado: «él» equivale a un pronombre y «el» a un artículo determinado. Para mayor información sobre los diacríticos puede visitar mi blog y ver el artículo publicado sobre este tema el 16 de abril.

Sería imposible poder definir y explicar en este espacio todas las características del acento prosódico, pero siempre es bueno empezar con lo básico.

Recuerde que el acento puede cambiar el significado de una palabra y el sentido que deseamos darle a nuestra oración, por ello no es lo mismo decir «Estudio ingles para mejorar mis condiciones de vida» que «Estudio inglés para mejorar mis condiciones de vida».

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martes, 24 de septiembre de 2013

El guion



Existen tres categorías de signos ortográficos y se agrupan en diacríticos, de puntuación y auxiliares. Los signos auxiliares son un grupo especial de figuras que contribuyen a la correcta lectura e interpretación de los textos. El guion es uno de los llamados signos auxiliares cuya forma es una pequeña línea horizontal (-). En teoría, el guion debe de ser dos veces más pequeño que el signo menos (-) y cuatro veces menor que la raya (–), sin embargo los dos primeros, al menos en los programas de Word, no son diferentes. Por cierto, en ese mismo software la raya no se encuentra en el teclado sino que se inserta con Atl + 0150.

Entre las funciones más conocidas de este pequeño pero importante signo, está la de dividir la palabra al final del renglón, muy socorrido en las antiguas máquinas de escribir, sin embargo actualmente con los programas de computadora es poco frecuente hacerlo. A pesar de lo anterior si se llega a dividir una palabra al final de un renglón se recomienda evitar que coincidan con voces malsonantes como especta-/culos, dis-/putas, pedo-/filia. Otro uso muy conocido es el de separar por sílabas: es-pe-ra.

El guion tiene la capacidad de separar palabras, pero también nos sirve para unirlas: Congreso de la Lengua Árabe-Española, Cámara México-Americana de Comercio.

En relación con dos adjetivos que modifican a un mismo sustantivo, es necesario usar el guion: curso teórico-práctico, literatura infantil-juvenil, conflicto árabe-israelí; en estos casos cada palabra conserva su acento gráfico. Sin embargo, las Academias marcan que si un adjetivo en forma modificada termina en –o puede ser susceptible de unirse sin guion: maxiliar-facial / maxilofacial, bucal-dental / bucodental, cervical-uterino / cervicouterino, lectura-escritura / lectoescritura.

Existen palabras llamadas prototípicas que se forman con la yuxtaposición de dos sustantivos y por ser de uso generalizado no requieren del guion: camión cisterna, sofá cama, hombre rana, coche bomba, comida chatarra, perro guía. Sin embargo, ciertas yuxtaposiciones ocasionales necesitan del guion: hombre-camión, bici-carril. Cuando llegan a ser de uso común el guion puede eliminarse.

En las voces onomatopéyicas solo se admite el guion cuando representan un sonido repetido: “Solo se escuchaba ta-ta-ta-ta, pero no sabía de dónde venían los disparos”. “Tan-tan-tan, sonaban las campanas del pueblo”.

Los prefijos siempre van unidos a las palabras que afectan, sin embargo hay casos en que se necesita del guion porque inician con mayúscula: anti-Obama, mini-PC, pro-Calderón.  

Por cierto, en la última “Ortografía de la lengua española” (2010) se determinó que la palabra guion, al igual que otra serie de vocablos, es monosílaba y por ello deberá escribirse sin acento.

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lunes, 16 de septiembre de 2013

Los estadounidismos

Las particularidades de los idiomas se dan por distintos factores, uno de ellos es por la influencia de otras lenguas, por ejemplo en México muchos vocablos, giros y modo de hablar se derivan del náhuatl y son palabras bien formadas que pertenecen a la lengua culta. Lo anterior se conoce como regionalismos y cada país los tiene, sin embargo, fuera de su contexto nacional es recomendable hacer las precisiones correspondientes, porque puede causar confusión si no se conoce su equivalente.

Lo regionalismos se identifican con el nombre de cada nación: mexicanismos, peruanismos, colombianismos y más recientemente los estadounidismos en español. La lengua de Cervantes ha tenido un crecimiento excepcional en la tierra del Tío Sam y se pronostica que en el 2050 este país llegará a ser la primera nación hispanohablante en el mundo. El español en Estados Unidos lo norma la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE) que se fundó en 1973 y cuya sede está en Nueva York.

Los estadounidismos son palabras formales propias de esa nación americana, influenciadas por el contacto del inglés y que nada tienen que ver con el espanglish, el cual no es una lengua sino un modismo que el diccionario de la Real Academia Española define como “modalidad del habla de algunos grupos hispanos de los Estados Unidos, en la que se mezclan, deformándolos, elementos léxicos y gramaticales del español y del inglés”.

En la Unión Americana, como en todos los países hispanoparlantes, usan un español estándar apegado a las normas generales de ortografía, gramática y sintaxis. Oír o leer estadounidismos a través de los medios de comunicación hispanos puede resultar confuso para cualquier persona no nativa o sin el nivel de adaptación adecuado: “En Los Ángeles se realizó la parada del cinco de mayo”; “El Departamento de Justicia dijo no saber nada sobre el operativo «Rápido y furioso»”; “La deuda de Estados Unidos es por varios trillones de dólares”; “Miles de personas aplican para el trabajo”, “Muchos inmigrantes pueden resultar elegibles con la propuesta de Obama”; “Debajo de la carpeta fue encontrada el arma”; “Los lesionados fueron llevados a emergencias”; “Miles de CDs fueron decomisados en la frontera”. Los equivalentes en México serían desfile por parada; secretaría por departamento; billón por trillón; solicitar por aplicar; beneficiario por elegible; alfombra por carpeta; urgencias por emergencias y CD por CDs.

El Gobierno de Estados Unidos conoce de la importancia del español, por ello se asesora con organizaciones como la ANLE para mantener un contacto adecuado con la comunidad hispana. Así, en los nombres de las entidades gubernamentales usa el criterio de selección de vocabulario y se rige por la mayor correlación directa posible con el inglés, pero procurando que toda la comunidad que habla español lo entienda. Por ejemplo, la palabra “droga” tiene la connotación de “medicamento” en Food and Drug Administration, y no se traduce como “Administración de Drogas y Alimentos” sino como “Administración de Alimentos y Medicamentos”. Pero en el caso de la DEA (Drug Enforcement Administration) sí aplica como tal la palabra y su traducción es Administración para el Control de Drogas.

Derivado de un estadounidismos en inglés, la palabra America (en este caso sin acento) equivale a “Estados Unidos”, y es el nombre abreviado que utilizan para referirse a su nación, por lo tanto, su uso interno es correcto, pero fuera de ahí “América” (ahora sí con acento) equivale a todo el continente y no a un solo país. Por ello frases como God Bless America!; The American dream!; I'm from America!; Captain America, deben de ser traducidas (o en su caso entendidas) como ¡Dios bendiga a Estados Unidos!; ¡el sueño estadounidense!; ¡vengo de Estados Unidos!; Capitán Estados Unidos.

Le recomiendo visitar la página electrónica de la Academia Norteamericana de la Lengua Española: www.anle.us.

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lunes, 9 de septiembre de 2013

La escritura de las cantidades


Para representar las cantidades con números se debe tener en cuenta ciertas reglas para evitar malos entendidos. En la actualidad usamos la numeración arábiga cuyos símbolos son 0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 y se conoce como sistema de numeración posicional.

Es costumbre en México dividir los números mayores de cuatro cifras en grupos de tres  y separarlos con una coma y el decimal, con un punto: 4,280.45. Pero no en todos los países se usa igual, pues en Argentina, Chile, Colombia, el Ecuador, España, el Paraguay, el Perú y Uruguay lo utilizan a la inversa: 4.280,45. Lo anterior puede crear cierta confusión, porque si un cable informativo de EFE indica que “más de  15.550 personas han perdido sus casas”, en México podemos creer que es muy poca gente ya que interpretaríamos la cifra como “casi dieciséis españoles”.

Ante esa situación, la Organización Internacional para la Estandarización (ISO por su sigla en inglés) y la Oficina Internacional de Pesos y Medidas resolvieron que se emplee un pequeño espacio en blanco para separar las cifras en grupos de tres, de este modo, el uso del punto o coma únicamente queda para identificar los decimales: 10 250 304.25 / 10 250 304,25. Vale la pena aclarar que en un principio las mismas organizaciones internacionales habían dado preferencia a la coma para la separación entre la parte entera y los decimales en todos los documentos de difusión internacional, sin embargo, la Organización Internacional para la Estandarización decidió, en el 2003, aceptar ambos signos porque usar la coma como delimitador decimal puede entrar en conflicto con  la costumbre en los países que manejan el punto.

La separación con un espacio en blanco se utiliza como norma en documentos internacionales, sin embargo, la tradición de separar con comas las cifras que representan cantidades se mantiene vigente en México, aunque la “Ortografía de la lengua española” no lo recomienda; incluso desaconseja el uso del apóstrofo, el que nosotros colocamos para separa millones: 1’500,550.20.

No debemos olvidar que el símbolo monetario que representa al peso se debe escribir siempre sin espacio de separación con el número: $546.00 y no $ 546.00; además al colocar el símbolo nos obliga a omitir la palabra “pesos” de otra forma tendríamos una repetición innecesaria.

Por último, es conveniente aclarar que la separación de las cifras en grupo de tres solo se aplica a cantidades y nunca en los siguientes casos:
*números que designan años: 1980, 2001, 20000 a. C.;
*números de paginación o numeración de versos: pág. 12356, verso 1005;
*números de textos legales o divisiones: art. 1524, Ley 15484 del Código Civil;
*numeración de calles, casas, códigos y apartados postales: Calle Gato 2785, C. P. 26030;
*códigos identificadores, números de registro: registro de salud 1758469, serie 1255889-B, norma ISO-25695.

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lunes, 26 de agosto de 2013

El valor de la palabra


Las palabras son la mínima unidad del lenguaje con sentido, las cuales al juntarlas con otras se crean frases, sintagmas y oraciones hasta formar un texto amplio y complejo. El valor semántico de una palabra lo determina el contexto en el que se incorpora. Sin embargo, más allá de la lingüística las palabras también adquieren “honorabilidad”.

Hace mucho tiempo bastaba decir “te doy mi palabra” para confiar plenamente en que el acuerdo pactado se cumpliría, no se necesitaba de firmas en papeles. La “palabra de honor” solo la usaban las personas íntegras, independientemente de la condición socioeconómica, y que la violación de ella significaba la deshonra y perder uno de los valores más preciado del ser humano: la confianza. El honor se forja con la confianza y honestidad, y estos dos valores se construyen con acciones y actos, no con palabras.

La decadencia moral le ha restado fuerza a “tienes mi palabra de honor”, porque nos hemos vuelto una sociedad de cínicos y aprovechados. La confianza que se generaba al “empeñar la palabra” se fue perdiendo poco a poco y hoy ya casi no tiene sentido entre la humanidad.

Los políticos son los seres humanos que más le han restado valor a la palabra. Suelen aprovecharse de la confianza o necesidad de las personas para prometer cosas que luego no cumplirán: “Se aplicará todo el rigor de la ley”, “Habrá justicia para todos”, “No dejaremos impune este caso”, “El aumento al trasporte mejorará el servicio”, “No nos volverán a saquear”.

Cuando las acciones contradicen a lo dicho, se pierde la confianza la cual resulta muy difícil de recuperar. La honestidad en muchos políticos queda supeditada a los intereses de los poderosos y prefieren agacharse para no perder sus efímeros privilegios. Muchos de ellos se apegan a la máxima “cuánto tienes, cuánto vales”.

Bien dice la voz popular: “La política es el arte de comer excremento sin hacer gestos”.

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lunes, 19 de agosto de 2013

La imagen de la ortografía


La Secretaría de Educación Pública federal (SEP) había anunciado que en los libros de texto gratuito del ciclo escolar que comenzó esta semana, se encontraron varios errores ortográficos que ya no se pudieron corregir. Entonces firmó un convenio con la Academia Mexicana de la Lengua para que sea esta institución la que revise, corrija y sugiera lo necesario en las ediciones futuras.

Al escribir, ninguna persona está exenta de cometer errores, al fin que somos humanos. Desde que se inventó la escritura, las faltas ortográficas e imprecisiones van ligadas con ella. En un artículo publicado por la correctora de estilo Ana Lilia Arias, nos habla sobre este tipo de equívocos a través del tiempo. Uno de ellos es sobre la publicación de un libro que fue recibido en la imprenta con el título “El arca de David” y creyéndose que era un error se cambió “David” por “Noé”. Después de publicado, el autor dijo que la falla estaba en la palabra “arca”, así que lo correcto debió ser “El arpa de David”.

También cuenta Ana Lilia Arias que en 1798 en la edición de “Telémaco”, en la primera página apareció “Pelénope” en lugar de “Penélope”.

La Iglesia católica no se escapa de esta situación, pues relata la correctora que «el papa Sixto V ordenó imprimir una edición de “La Vulgata”. Él mismo revisó la prueba una y otra vez hasta que quedó satisfecho. Al final insertó una bula que excomulgaba a todo aquel que hiciera alguna alteración al texto. Pero el papa tuvo que deshacerse de la edición porque salió plagada de errores».

Una compañera del trabajo me comentó que vio muchas faltas de ortografía en la información turística del nuevo directorio telefónico de BCS. Y sí, en la edición 2013 encontré varios errores y un texto sin estilo. Los de la Sección Amarilla argumentaron que la Secretaría de Turismo estatal (Secture) envió así el documento.

La Secture maneja un presupuesto importante para la promoción del estado en el país y en el extranjero. La información turística con faltas de ortografía puede dar la impresión de que somos un estado rústico y analfabeta. Pareciera un detalle sin importancia, pero no lo es, porque al ahorrar unos pesos, damos una imagen contraria a nuestra realidad.

Evidentemente se puede explicar, mas no justificar.

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lunes, 12 de agosto de 2013

Extranjerismos superfluos


Todas las lenguas del mundo incorporan palabras extrajeras a su léxico, es una práctica común que enriquece a los idiomas. Las palabras adoptadas se hispanizan y pasan a formar parte del diccionario. Sin embargo, tenemos también a “las ilegales”, esas grafías innecesarias que traspasan nuestras fronteras lingüísticas y se acomodan en el hablar cotidiano causándole un importante daño. A estas las llamamos extranjerismos superfluos.

Hay que saber que en nuestra lengua tenemos los extranjerismos o préstamos adaptados que son las palabras que sufren un proceso de acomodación a los patrones propios de nuestra lengua y que la enriquecen. Tenemos también a los extranjerismos crudos o no adaptados cuya grafía y pronunciación es más o menos similar a la lengua de origen: Facebook, rock, piercing, apartheid, por nombrar algunos. Y por último, los extranjerismos superfluos que son palabras de otras lenguas cuyo equivalente existe en español: “loser” por perdedor, “e-mail” por correo electrónico, “ombudsman” por defensor del pueblo, “ticket” por recibo, “bullying” por acoso o intimidación, “party” por fiesta, “shopping” por compras, “weeken” por fin de semana, “show” por espectáculo, “corner” por tiro de esquina, “foult” por falta, “kids” por niños.

Una parte importante del hablar cotidiano se adquiere a través de la televisión, y en menor medida por la radio y los medios de comunicación impresos y digitales, y por ahí es donde se cuelan estos extranjerismo “parásitos”. En los noticiarios, películas, novelas y programas en general es frecuente el uso de extranjerismos superfluos debido al desconocimiento del idioma, a la costumbre o por imposición comercial o cultural. Así pues, al llegar a mucha gente arraigan esas palabras a la comunidad provocando el empobrecimiento del idioma.

Las televisoras comerciales son las que promueven más a los extranjerismos. Las autoridades han relajado la supervisión en este tema y permiten su uso. No se trata de que nadie los diga, cosa difícil de lograr, pero sí evitar que se difundan masivamente por quienes se supone deberían de usar el español lo más apegado a las normas gramaticales.

Evitemos en la medida de lo posible los extranjerismos innecesarios, no dudo que ello le hará bien a nuestro idioma.

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lunes, 5 de agosto de 2013

El corrector


Para el estimado Gary, por sus consejos y observaciones

Cuando hay problemas con el auto lo llevamos al taller; si es con un electrodoméstico le hablamos al técnico, pero ¿a quién acudimos cuando tenemos problemas con la ortografía y la redacción de un texto? Pues con el corrector de estilo.

La corrección de textos es una actividad que se ha ejercido durante muchos años, incluso antes de que se inventara la imprenta. En los antiguos monasterios los monjes escribanos contaban ya con sus correctores. En la actualidad este oficio se ejerce principalmente en los periódicos, las revistas, en las grandes editoriales y, en menor medida, de forma independiente.

El estilo es la forma que cada individuo tiene de hacer las cosas, es la expresión de su carácter. Cuando hablamos de corrección de estilo nos referimos a las empresas editoras, a los diarios y a las revistas. Cada empresa posee (o debería poseer) un manual de estilo que estipule sus normas de redacción, de esta manera sus textos son uniformes y adquieren una identidad propia para sus lectores. Por ello no se puede corregir el estilo de un escritor, sino su manera de escribir. El estilo de Octavio Paz es inimitable, sin embargo, se ha comentado que durante el revisado de sus textos saltaban algunas faltas de ortografía.

El corrector de estilo y ortosintáctico tiene como objetivo dar a los textos coherencia y claridad. Se encarga de acomodar las palabras para que digan lo que el escritor quiere expresar. Para ello, no solo necesita dominar las reglas ortográficas y gramaticales, sino además poseer amplios conocimientos culturales.

El corrector está libre de la pasión que el autor le impuso a su texto, esto le permite concentrarse en la ortografía, en la sintaxis y en dar claridad al escrito. Este proceso no es tan sencillo porque se debe dar varias lecturas para hallar errores; revisar y analizar cada párrafo; quitar y poner letras, signos, palabras e incluso frases para evitar las ideas confusas. De igual forma se procura que el autor no caiga en inexactitudes o incorrecciones, como  por ejemplo en fechas históricas, nombre de lugares o personajes.

La capacitación es un factor indispensable para cualquier corrector. Estar al día de las novedades que dicta la Asociación de Academias de la Lengua Española, de los eventos sociales, culturales, políticos y científicos. También se ha vuelto indispensable el manejo de las nuevas tecnologías, con las cuales se puede hacer el trabajo en menos tiempo y más eficientemente. A través de la Red consultamos un mayor volumen de información, diccionarios en línea o páginas especializadas sobre ciertos temas.

Cualquier texto que se publique impreso –ya sea revistas, diarios, libros, tesis universitarias, o en formato digital (como páginas web)– es recomendable que tenga la mejor calidad lingüística por dos razones: la primera por imagen de quien redacta; la segunda, para promover el buen español en la comunidad.

En América y Europa existen varias empresas, asociaciones y personas dedicadas a esta actividad. Sin embargo, la figura del corrector de estilo en México es muy poco conocida, tanto así que en el Servicio de Administración Tributaria (SAT) no tienen definido qué tipo de profesión es y en la Sección Amarilla no existe un espacio adecuado para anunciarse.

Por cierto, cada 27 de octubre se celebra el Día del Corrector.

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lunes, 29 de julio de 2013

¿Qué hay de nuevo, Academias?


Dicen que la ortografía “representa el pilar fundamental de la unidad de la lengua” por lo que es “factor de contención frente a una evolución descontrolada del idioma”. En el 2010 la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale) y la Real Academia de Española (RAE) presentaron la última edición de la “Ortografía de la lengua española” en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara. No está de más recordar que en 1999 se había publicado la última edición de este libro. Durante estos once años, la Asale y la RAE determinaron unificar criterios y propusieron varios cambios ortográficos o novedades. Estos cambios no gustaron a muchos, sin embargo, a mi juicio, han sido acertados.

La Fundación del Español Urgente BBVA (Fundéu) es una institución que impulsa el buen uso del español en los medios de comunicación. Se fundó en el año 2005 gracias al  acuerdo entre la Agencia EFE y el banco BBVA, trabaja asesorada por la Real Academia Española. El prestigio que ha logrado la Fundéu se debe principalmente por la versatilidad de resolver dudas, también por las herramientas que pone al alcance de los medios de comunicación. Es, en suma, un referente para todo hablante de la lengua española.

Precisamente la Fundéu publicó en su página http://www.fundeu.es/ las novedades de la “Ortografía de la lengua española”, y yo aquí le presento algunas de ellas.

*Solo. No debe tener tilde nunca cuando no hay riesgo de ambigüedad. Cuando hay riesgo de ambigüedad y es adverbio, se desaconseja la tilde y en su lugar se prefieren las formas sinónimas “únicamente” o “solamente”.
*Este, esta, estos, estas, ese, esa, esos, esas, aquel, aquella, aquellos, aquellas. No debe tener tilde nunca cuando no hay riesgo de ambigüedad.

*“o” entre cifras. No se tilda nunca, pues el riesgo de confundir la letra o con el 0 es mínimo (4 o 5, 23 o 24). Recuérdese que ante un número que empieza con o, se convierte en u  (79 u 80).

*Ex-. Debe escribirse siempre pegado a la palabra siguiente, como cualquier otro prefijo (exnovia, exempresa, exjugador), pero se escribe como palabra independiente si le sigue un nombre compuesto y con guión si le sigue una sigla, un nombre propio o una cifra (ex alto cargo, ex capitán general, ex número uno, ex primer ministro, ex ama de casa, ex-URSS).

*Pos-, post-. Se prefiere la forma pos- a post-, con una excepción: si la palabra a la que se une este prefijo comienza por s-, se recomienda post- para evitar dos eses seguidas. Ante un nombre compuesto se escribe separado (pos Edad Media, pos guerra civil) y ante un nombre propio, sigla o cifra se escribe con guión (pos-Picasso, pos-Renacimiento).

*Semi-, anti-, archi-. Cuando estos prefijos se unen a palabras que comienzan con el prefijo i- debe mantenerse la doble vocal pues su supresión cambiaría el significado (semiilegal).

*Super-. Como prefijo separado ante bases de varias palabras, se escriben sin tilde (super a gusto) así como cuando va pegada con otra palabra (superpotencia, superhombre, superpoblación, superproducción). Cuando no son prefijos sino adjetivo o sustantivo, llevan tilde (gasolina súper, lo pasé súper «‘muy bien’», vamos al híper «‘hipermercado’», vamos al súper «‘supermercado’»).

*Cargos. Se escriben con minúscula inicial, vayan o no acompañados del nombre de la persona que los tiene (el rey Juan Carlos I, el papa Pío IX el ministro, el presidente, el embajador, el director general, el obispo, el juez, el magistrado, el príncipe).

*Decimal. Se recomienda el uso del punto para separar la parte decimal de los números, aunque se sigue aceptando la coma (3.1415 o bien 3,1215). Se recuerda que lo apropiado para agrupar los dígitos de tres en tres es el espacio, no la coma ni el punto (69 000).

*Porcentaje. El símbolo de porcentaje se escribe, como otros símbolos pospuestos a una cifra, dejando un espacio, que puede ser fino (30 % de descuento; 15 %, 3 km, 24.50 €, $ 20.00). Solo se escriben pegados  º (grados), ' (minutos) y '' (segundos) (100 ºC, pero 52º, 20', 20.3'').

*Mayúsculas y minúsculas en acrónimos. Los acrónimos (siglas que se leen como palabras corrientes, no deletreadas) se pueden escribir íntegramente en minúsculas, si corresponden a nombres comunes (uci, mir, ovni, radar, módem, euríbor), o en minúsculas con mayúscula inicial (Mercosur, Unesco, Unicef, Intermón, Fundéu), si corresponden a nombres propios y tiene más de cuatro letras. En estos casos, se acentúan conforme a las normas generales.

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